Moderna paga 400 millones al NIH (Administración EE.UU.) como parte de un litigio acerca de algunas patentes empleadas en el desarrollo de su pócima. Todos ganan, menos tú.
He elegido esta trama como un ejemplo concreto del funcionamiento del Complejo Industrial Desinformativo (en su versión “científica”) que traté en el artículo de ayer.
A Moderna realmente se la suda pagar esa cantidad porque no es un gasto sino una inversión, y una cojonuda dicho sea de paso, como veremos más adelante.
De acuerdo con el muy progre USA Today “en total, las agencias de EE. UU. comprometieron alrededor de $ 2,5 mil millones para ayudar a desarrollar la vacuna de Moderna y comprar dosis, según el New York Times.”
Entre los generosos donantes están el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) y el Centro Nacional para el Avance de las Ciencias Traslacionales, dos de los centros que conforman los Institutos Nacionales de Salud (NIH), una agencia del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU.. Es decir el reino del genocida jubilado Anthoni Faucci.
Moderna y el NIAID ya habían estado trabajando en vacunas de ARNm, con un acuerdo vigente, cuando apareció el coronavirus también según USA Today.
Es decir que los chicos de Moderna recibieron 2.500 millones de los contribuyentes estadounidenses y devuelven 400. Y eso solo del gobierno estadounidense, porque la UE también fue generosa con esta basura.
Pero esos 400 millones no son, como decía antes, un gasto para Moderna, sino una excelente inversión para garantizarse un mercado cautivo a largo plazo para sus pócimas. Con ese dinero el NIH financiará a universidades, centros de investigación y científicos de todo tipo, que publicarán estudios que con toda seguridad llegarán a la conclusión de que no nos vacunamos suficientemente. Los científicos que lleguen a otras conclusiones ajenas al consenso científico tendrán que buscarse las habichuelas en otra parte porque esos no van a ver ni un dólar. Lo que sí verán quienes se aparten del consenso científico, regado con millones, es como parte de ese dinero se emplea en campañas para insultarles, denigrarles o hacer que pierdan su trabajo.
Los medios de desinformación se harán eco de esos estudios para que la gente se anime a vacunarse las veces que la bien pagada “ciencia” les diga. Hay que obdecer a la ciencia porque es por nuestro bien. No hay que ser un conspiranoico porque la tele y el estado no tienen motivos para mentirnos ¿verdad?. Nunca lo han hecho ¿verdad?
Esos medios de desinformación posturean ecuanimidad, imparcialidad y rigor… pero están controlados accionarialmente por los mismos fondos de inversión que controlan a Moderna, Pfizer o Johnson & Johnson. Esos medios, cuyo cacareado prestigio es de cartulina y huele a boñiga, hacen caja con la publicidad de empresas también controladas por los mismos fondos y esos mismos fondos son en muchos casos los dueños de sus deudas.
Esos medios con unos conflictos de intereses gigantescos son los que se harán eco de las recomendaciones de los científicos que reciben fondos del NIH, que a su vez se beneficia de la venta de vacunas y que ha recibido fondos del fabricante de las pócimas recomendadas.
La gente se animará a inocularse lo que haga falta, y aquí está la magia adicional del acuerdo entre Moderna y el NIH: el NIH se llevará un porcentaje en forma de royalties dependiendo de las vacunas que se administren.
Y si el negocio necesita un arreón siempre cabe la posibilidad de que a alguna instutución científica, algún laboratorio, se le escape otro bicho y vuelta a comenzar con el ciclo. Un círculo virtuoso para esta gentuza –vicioso para la gente en general– que se retroalimenta continuamente.
Aquí un esquema gráfico de cómo fluye la cosa:
