A Volodymir Zelensky hoy le corresponde el honor de ser nuestro hijoputa como lo fueron en distintos grados Osama Bin Laden, Sadam Hussein o Jomeini; se nos obliga a verle con buenos ojos y a pasar por alto las cositas que le convierten en lo que es: un hijoputa. La tradición es que los hijoputas de la Ciénaga de Washington son como las toallitas húmedas, desechables.
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