Fidesz el parido liderado Viktor Orban, el coco, el hombre del saco y el apestado de la UE, obtiene casi el 54% de los votos en las elecciones generales de este domingo.
Durante la celebración de su contundente victoria en las urnas Orban ha lanzado verdaderos misiles en todas las direcciones..El líder húngaro ha disparado sobre Bruselas: “Hemos logrado tal victoria que se puede ver desde la Luna, pero lo que es seguro es que se puede ver desde Bruselas”.
Apuntando sus pepinazos dialécticos en otras direcciones, Orban ha insistido en que “recordaremos esta victoria hasta el final de nuestras vidas porque tuvimos que luchar contra una gran cantidad de oponentes” y entre estos oponentes el reforzado líder magiar ha incluido también al presidente y comediante ucraniano.
“Esas fuerzas incluían no solo a los propios partidos de oposición de Hungría, sino también a los burócratas de Bruselas, el imperio Soros, con todo su dinero, los principales medios de comunicación internacionales y, al final, incluso el presidente ucraniano. Nunca tuvimos tantos oponentes al mismo tiempo”.
Y es que el bufón de Kiev llegó el martes pasado a acusar a Hungría de ser una “sucursal rusa” y animó al resto de socios de la UE a no hacer caso a Budapest. En su discurso online ante el parlamento danés Zelensky soltó lo siguiente:
“No puede haber sucursales rusas en Europa que dividan a la UE desde adentro, que estén tratando de ayudar a Rusia a ganar la mayor cantidad de dinero posible incluso ahora. Todo el mundo sabe muy bien quién en la Unión Europea se opone a la humanidad y al sentido común, y quién no hace nada en absoluto para ayudar a establecer la paz en Ucrania. Esto debe parar, y Europa debe dejar de escuchar las excusas de Budapest”.
A pesar de contar con la enemistad de las élites de Bruselas y las de Washington, a pesar de ser señalado como sucursal de Moscú por Zelensky –el último super héroe artificial de moda–; a pesar de todos esto, el partido del tipo que tuvo la osadía de decir en plena campaña electoral que por su territorio no iban a pasar armas destinadas a Ucrania, ha infligido una derrota descomunal, aún más humillante que la de hace cuatro años, a la oposición pro-Bruselas y pro-Soros.
Fidesz no solo mejora en más de cuatro puntos los resultados de las pasadas elecciones generales (2018) sino que contará con una mayoría superior a los dos tercios del parlamento de Budapest (el segundo edificio parlamentario más grande del mundo tras el de Bucarest) que le permitirá seguir impulsando leyes de calado que mantengan a Hungría al margen de los virus progremongers que soplan desde Bruselas.
Viktor Orban se ha negado a acoger inmigrantes ilegales por más que se los quieran vender disfrazados. Negarse a asumir su cuota de musulmanes enriquecedores le ha supuesto tenérselas tiesas con gentuza como Ursula Von der Leyen y ha ahorrado decenas de miles de violaciones y otros crímenes que “disfrutamos” los europeos más inclusivos. Orban sostiene que la UE quiere aceptar a 35 millones de inmigrantes y que castiga a quienes no están de acuerdo con aceptar la cuota de multiculturalidad que se les asigna.
A la vista del abrumador apoyo a Orban, parece que los húngaros están mayoritariamente de acuerdo con su presidente en que la multiculturalidad que la UE les quiere imponer se la pueden meter por sus burócratas ojetes todos y cada uno de los comisarios de la cosa bruselera.
Un insigne húngaro, llamado George Soros, multimillonario y supuesto filántropo, cree que el país que le vio nacer (que no su patria, que esa es solo el poder) debe también contagiarse de las ideologías liberticidas que su ONG multinacional (Open Society) difunde regando de fondos a todo aquel que se dedique, entre otras cosas, a inundar Occidente de migrantes, a hablarnos de micromachismos, o a contarnos que existen infinitos géneros. Soros, que en su día apoyó financieramente a Orban, lleva los últimos años –de su larga vida de cabronazo– bastante molesto con el hecho de que su inversión con Viktor le salió rana. En Hungría existe una sociedad bastante homogénea en la que a los globalistas les es (aún) difícil meter cuchara.
Los húngaros pueden comprobar como su falta de una “vibrante multiculturalidad” les mantiene a salvo de tener barrios por donde la policía no patrulla, como los hay a cientos en Malmo, Hamburgo o París. Parece que en Hungría han sabido, fachas ellos, apreciar las ventajas de carecer de tasas de delincuencia como las que gozan otros países de la Unión. Las políticas antifeministas y homofóbicas –a ojos de la progresía que financia y jalea el propio Soros– de Orban han logrado cosas tan fascistas como que las mujeres húngaras sean violadas mucho menos y que los homosexuales magiares puedan pasear por cualquier rincón de Budapest sin que algún creyente de la religión de la paz les agreda.
Y vaya por Dios, los húngaros van y votan a Fidesz y encima surge otro partido más a la derecha y se saca 7 escaños. Del otro lado los 9 partidos políticos (incluyendo 3 partidos asociados) y 3 movimientos, que se habían agrupado en la alianza “Unidos por Hungría” para tratar de vencer al coco Orban, solamente han sumado el 34% de los votos. Es como si todos los partidos políticos en España se presentaran contra VOX y este les derrotara por 20 puntos.
No coincido con las posturas de Orban en algunas cosas, porque tampoco coincido con nadie en todo –gracias a Dios–, pero si fuera húngaro le hubiera votado de cabeza. No soy de poner banderitas en mis perfiles en redes sociales (si tuviera que poner una bandera en mi circulito twitterstaní sería solo la española, que es con la que más me identifico) pero reconozco sentirme tentando de poner una bandera magiar y de paso contrarrestar a tanto minion abducido de azul y amarillo.