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Pandemia mundial de camioneros “fachas”

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Si los sindicatos apesebrados de centollo, coca y putas no apoyan esta huelga, la única explicación posible es que los camioneros son todos nazis. No queda otra.

Y por supestísimo que detrás de esta huelga está Putin, reencarnación del Führer austríaco, perejil de todas las salsas y as en la manga listo para ser usado como excusa por todo tahúr progremonguer que se precie.

La izquierda globalista –en la que también incluyo al PP en su papel de sirvientes cipayos– tiene interiorizado que cuenta con una superioridad moral inapelable y por tanto cualquiera que se atreva a protestar contra sus políticas solo puede ser alguien malvado que atenta contra el bien común. El bien común es algo que solo ellos, en su infinita bondad y sabiduría, saben definir en cada momento y solo ellos saben cómo proteger. En la psique colectiva de los minions progremonguers está grabada a fuego la frase “quien no piensa como yo o me lleva la contraria, es Hitler”. Esa es la única explicación que cuadra en las conciencias de quienes se auto-percibiéndose como seres de luz, actúan como tiranos.

¿Qué está pasando con los camioneros españoles?

Freenoticias te lo explica desde el punto de vista del Gobierno.

Unos transportistas heteropatriarcales asfixiados por unos costes del carburante disparados, que se comen sus márgenes de beneficio y amenazan su medio de subsistencia, inician una protesta y van a la huelga cuando el gobierno desoye sus demandas. El gobierno de todas, todos y todes contempla como sus sindicatos falderos y putero-marisqueiros, aún a pesar de haber sido regados con millones, son incapaces de neutralizar esta amenaza. Frustración. Al Gobierno le viene fatal esta huelga porque saben a ciencia cierta que va a ser el detonante de varias protestas más y las arcas públicas ya las han esquilmado gastando en gilipolleces surtidas ¿Solución? Los camioneros son fachas; la extrema derecha está detrás y Putin es culpable ¡Eah, arreglado!

Aquí un escueto vídeo que resume el análisis que de puertas para afuera hace nuestro gobierno:

Más de la mitad de cada euro de combustible que se vende en España lo roba el Estado en forma de impuestos, incluso el IVA se aplica también sobre los demás impuestos. La pasta que el estado se levanta con la subida de los precios base de los carburantes es colosal. Pero es que hace falta mucho dinerito para gastarlo en cosas de primera necesidad. Cosas como 4.000 euros al mes para tener a cada mena a mesa puesta y con todos los gastos pagados –¿a que sí Juana Ayuso de Arco?–, o como hacer encuestas para descubrir cuántes persones no binarias hay en España.

Cosas de primera necesidad como 20 mil millones de euros para algo “prioritario” para el común de los españoles como “impulsar políticas feministas de forma transversal en todas las administraciones”. Gastar una suma estratosférica en tan colosal idiotez puede alborozar a la ministra de Inutilidad y a los profesionales que cobran por adoctrinar en el Pensamiento Único a niños y adultos, pero estoy seguro que no ayuda en nada a quien no llega a fin de mes. Incluso me atrevo a aventurar que a quienes vive con el agua al cuello, gastando la mitad de sus ingresos en impuestos confiscatorios, les empieza a importar una mierda que les llamen fachas por mandar al Gobierno a tomar por culo. A mí, particularmente, lo que más me asquea es cómo la mujer de Pablo Iglesias nos cuenta sus cositas. Irene Montero, señora de Iglesias, anuncia el robo a mano armada empleando su legendaria cursilería de patana analfabeta con ínfulas de intelectual: “políticas feministas de forma trasversal”

La inmensa mayoría de los camioneros son hombres y por tanto, en el esquema mental de las Irenes Montero patrias, albergan un machismo latente incuestionable. Es mucho mejor hacer políticas feministas transversales para asegurarse de que los camioneros limpian el baño después de conducir 8 horas. En la mentalidad podrida de nuestro Gobierno, las mujeres, madres, novias y hermanas de los camioneros están de enhorabuena porque aunque sus familias acaben debajo de un puente, serán unos sin techo feministas, inclusivos, sostenibles y mazo resilientes…y además aminorarán su huella de carbono cuando el banco les embargue el camión. Éxito.

Hay que poner prioridades de gasto público ¿Quién no prefiere gastar el dinero de todos en chochocharlas, en talleres de masturbación o en feminismos transversales, antes que en ayudar a llegar a fin de mes a quienes nos llevan la comida a los supermercados? Solo los fachas y los nazis pueden estar del lado de estos camioneros contaminantes, insolidarios y machistas.

No hace mucho, en Canadá, otros transportistas también se manifestaron pidiendo cosas tan fachas como respeto por sus derechos y libertades. Los camioneros querían algo tan extremo como que la negativa a pincharse determinadas substancias no comportase arrostrar el estatus de ciudadano de segunda. Querían, los muy nazis, no ser meros parias por obstinarse en defender las libertades que les pertenecen. Los fachosos camioneros canadienses aspiraban a que los derechos de la gente –a desplazarse, a trabajar, a comprar– no se supeditaran a la inoculación de brebajes que combinan una eficacia cuestionable con unos riesgos evidentes. Intolerable, oiga.

El Gobierno canadiense, liderado por el mismo Justin Trudeau que dijo que esta pandemia es una oportunidad para un Gran Reinicio (ver vídeo de más abajo), había decretado un estado de cosas al dictado de las élites globalistas y estaba decidido a aplastar a quienes se le cruzaran en su camino. Trudeau y sus mariachis se refieren a las libertades básicas como privilegios expedidos por la autoridad, por ellos, convirtiendo algo que es inherente al ser humano en una concesión administrativa.

El Gobierno canadiense, liderado por el mismo hombre que dijo admirar a la “dictadura básica china” (ver vídeo de más abajo) llamó nazis a los camioneros, les calificó de racistas, les tildó de golpistas, y hasta de robar la comida a los sin techo… y todo ello sin prueba alguna y cuando todos hemos podido ver a canadienses de todas las razas y credos, que apoyaban esta protesta, bailando, compartiendo la comida y cantando el himno nacional. Cero muertos, cero violencia, pero da igual porque era gente que se oponía a doblar la rodilla ante el nuevo estado de cosas y eso es cosa de nazis.

El mismo Gobierno a cuyo frente está el hombre que se puso de rodillas en una manifestación de Black Lives Matter, un grupo violento, marxista y supremacista que había arrasado ciudades, incentivado los saqueos y todo tipo de desmanes, invocó una ley (Emergency Act) nunca antes empleada en Canadá y decretó que las autoridades podían embargar las cuentas de los camioneros, también sus camiones, podían anularles los seguros, secuestrarles a sus mascotas y amenazarles con perder la custodia de sus hijos.

No contentos con arruinar las vidas de los camioneros que no se arrodillaran ante sus benéficos designios, el Gobierno del alumno aventajado de Klaus Schwab hizo extensibles estas amenazas a quienes hubieran donado siquiera 50 dólares a la causa de los camioneros.

Aquí en España nuestro Gobierno aún no amenaza con embargar los camiones, ojo que no descaro que tengan medidas así preparadas, pero sí que se está empleando a fondo para librar una guerra de imagen –el postureo y los juegos florales son su fuerte– en la que los camioneros queden como saboteadores, insolidarios y egoístas, y por descontado fachas.

La Guardia Civil ha hecho llegar a todos sus agentes que se debe intervenir allí donde haya más de 20 camioneros juntos por tratarse de una reunión ilegal y se ha ordenado a todos los integrantes del cuerpo que en todas las comunicaciones deben referirse a la huelga como a un paro y a los piquetes como a activistas…

El mismo gobierno que se baja los pantalones ante el tirano de Rabat y traiciona al pueblo saharaui, que excarcela e indulta a golpistas, que mira para otro lado cuando se homenajea a terroristas, saca el látigo para atizar a quienes tienen asfixiados. El día en que se imparta justicia, justicia de verdad, va a faltar cuerda para tantas sogas como se pueden necesitar.

Nuestros camioneros no piden libertad como lo hacían sus compañeros canadienses; piden que el Estado les meta un poco menos la mano en el bolsillo a través de los impuestos confiscatorios de los combustibles. Los transportistas quieren poder seguir viviendo de transportar bienes y llegar a fin de mes, algo muy de extrema derecha. Quieren que les roben un poco menos, los muy fachas.

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