Joe Biden defiende sus intereses en Ucrania y no los del pueblo estadounidense al que debe su lealtad ¿No me crees? Escucha el editorial de César Vidal del 7 de marzo.
Te invito a que escuches los 23 primeros minutos del podcast y luego si te animas puedas seguir escuchando el programa completo mientras lees Freenoticias.
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Puedes pensar lo que quieras de César Vidal, te puede parecer facha, demasiado empollón, muy protestante o caerte simpático como en mi caso. Cuando se presentan argumentos sólidos, avalados por datos fácilmente contrastables, da igual la opinión que te merezca el mensajero. Los datos y sus correspondientes explicaciones que pone sobre la mesa Vidal, 37 nada menos, merecen ser sopesados y debatidos excepto si lo que se quiere es jugar al despiste porque se carece de munición dialéctica. En esto último es en lo que están los medios de intoxicación de masas –las furcias mediáticas en la prosa de Vidal–; en hacer prevalecer las formas por encima del fondo, en empaparnos con una propaganda que orbita alrededor de consignas, lugares comunes, histeria colectiva y sentimentalismo teledirigido.
Las treinta y siete razones que expone Vidal son todas contrastables y la mayoría ya las hemos traído a nuestro medio en distintos artículos. El presidente de los Estados Unidos y su clan familiar, con el hijo putero politoxicómano Hunter y su hermano James en primera línea, llevan años lucrándose a costa de robar al pueblo ucraniano –y al kazajo y al chino– y de chantajear a sus dirigentes empleando las influencias del decrépito Joe.
La guerra de Ucrania es más la guerra del clan mafioso Biden que la de los estadounidenses. Quien piense que esto no es así que ofrezca argumentos y razones para desarmar estas evidencias en lugar de ondear banderas ucranianas y de despachar cualquier argumento o cualquier dato que se ofrezca contra el relato oficial como propaganda rusa. De propaganda vamos todos bien servidos a ambos lados de las trincheras.
Mi trinchera no es la de Putin, ni tampoco la de Biden o la de la OTAN –esa organización defensiva tan querida por la industria armamentística y que vive a costa de tener a Rusia como enemigo mientras la rodea–, mi trinchera es aquella desde la que se defienden las libertades congénitas del individuo. En esta zanja libertaria sigo apostado, y no me canso de vaciar mis cargadores de munición cargada de argumentos explosivos y blindada con una aleación de sarcasmo y mala leche hispano-libertaria.
El presidente de los Estados Unidos y su clan familiar, con el hijo putero politoxicómano Hunter y su hermano (de joe) James en primera línea, llevan años lucrándose a costa de robar al pueblo ucraniano
César es un empollón que me cae bien. Es de las escasísimas personas con las que aprendo cosas al escucharle. Me encanta rodearme de y exponerme a gente mejor que yo, si no me aburro y me entrego a la molicie intelectual. Si a ti te cae mal Vidal puedes estar tranquilo, lo entiendo perfectamente, un intelecto descomunal como el suyo apabulla y acompleja al más pintado; es normal que te parezca un repelente niño Vicente resabiado. Yo en cambio aspiro a superarle como aspiro a ganar al campeón del mundo de ajedrez, solo así logro motivarme.
La verdad es la verdad la digan Agamenón o su porquero; escucha el editorial de Vidal y trata de refutar cualquiera de sus 37 puntos ¿Te atreves? Yo, el porquero, te traigo algunos editoriales míos al respecto de las andanzas del Clan Biden y te animo a que busques la manera de llevarme la contraria, y si además de llamarme facha o agente de Putin me das argumentos nada me hará más feliz.
Pd. No quiero cabezas nucleares deflagrando sobre la Humanidad para salvar el culo a un anciano corrompido mental y espiritualmente hasta la médula y que lleva alimentándose en el Pantano de Washington desde tiempos de Richard Nixon. Son manías mías.