El pueblo austríaco empieza a doblar el brazo a sus tiranos, pero hay que partírselo

El comité de sabios creado en Austria para decidir sobre la obligatoriedad de la vacuna puede hacer solo una cosa correcta: reconocer que no les corresponde a ellos decidir sobre lo que cada cual se inyecte y admitir que independientemente de sus opiniones profesionales, sean estas a favor o en contra de que la gente se vacune con estas pócimas manifiestamente inútiles –quedándome corto–, es cada cuál quien debe decidir y no un comité o un hatajo de hijoputas con escaño.