Como ya es imposible tapar la cara más siniestra de la plandemia, y la gente empieza a exigir que los responsables sean castigados, es necesario distraer la atención. Con Ucrania, por ejemplo.
Antes de mandar a los ciudadanos de cualquier país a combatir en la guerra de Joe Biden y de los intereses multinacionales por controlar el gasoducto de turno, debemos dejar nuestra casa bien “barrida”.
Y cuando hablo de los intereses de Joe Biden no me lo invento. En diciembre de 2015, Joe Biden –entonces vicepresidente– advirtió al presidente ucraniano Petro Poroshenko que, si no despedía al fiscal Shokin que estaba investigando la corrupción de la empresa en la que su hijo Hunter –declarado putero y politoxicómano– cobraba 53 mil dólares por no trabajar (Bursima), la administración Obama estaba dispuesta a retener mil millones de dólares en garantías de préstamos destinados mayoritariamente para ayuda militar para combatir a los separatistas pro-rusos del este de Ucrania. No me creáis a mí, creed a Joe (vídeo de más abajo) que no tuvo empacho en jactarse de ello en 2018 durante un acto del Consejo de Relaciones Exteriores (Council on Foreign Relations) en Nueva York. Allí dijo claramente que dio 6 horas al presidente de Ucrania para que despidiera al Shokin o se quedaba sin el crédito y “oh hijo de puta, despidió al fiscal” –textual–. Realmente a Joe se le calienta la boca pavoneándose de sus batallitas auto-incriminándose gratis como un gilipollas.
Ahora que ya es imposible tapar por más tiempo las consecuencias nefastas causadas por los arrestos domiciliarios, los mandatos despóticos, las inoculaciones forzosas y la violación de todas las libertades civiles, les toca a los tiranos sacarse una guerra de la manga para distraer la atención. Pues no vamos a soltar el hueso cabrones. Seguimos yendo a por vosotros. Seguimos exigiendo justicia, y muchos además quieren venganza.
Anteayer en Canadá un resentido tirano y cobarde primer ministro, Justin Trudeau, invocó una ley nunca antes aplicada en el país: la Ley de Emergencias (Emergency Act) que según reza en su preámbulo es:
“Una ley para autorizar la toma de medidas especiales temporales para garantizar la seguridad durante emergencias nacionales”.
La misma ley establece en los siguientes términos lo que se considera una emergencia:
“A los efectos de esta Ley, una emergencia nacional es una situación urgente y crítica de carácter temporal que pone en grave peligro la vida, la salud o la seguridad de los canadienses y es de tales proporciones o naturaleza que excede la capacidad o autoridad de una provincia para hacer frente a con él, o amenaza seriamente la capacidad del Gobierno de Canadá para preservar la soberanía, la seguridad y la integridad territorial de Canadá y eso no puede ser tratado de manera efectiva bajo ninguna otra ley de Canadá”.
A partir de hoy en Canadá el dinero que cualquier ciudadano tenga en el banco ha dejado de ser suyo porque con esta ley el banco se puede quedar con tu saldo tan fácilmente como puede Twitter eliminar tu cuenta. Bastará con que digan que son sus normas o que actuaban de “buena fe”.
Justin Trudeu, el niño bonito de Klaus Schwab –ese señor que nos dice que nos olvidemos de volver a la normalidad y que no tendremos nada y seremos felices–, considera que la gente que está hasta el gorro de los abusos contra sus libertades, pone en peligro la vida o la salud o la seguridad de los canadienses. O eso o está rebelión cívica, visibilizada en las caravanas de camiones, es una amenaza para la soberanía o la integridad territorial de Canadá. No lo creo, y él tampoco.
Sacar de la caja de herramientas legislativa un bazooka como esta ley, para enfrentarse a una protesta pacífica y más que justificada, no responde a conjurar un peligro para Canadá, sino para quitar de en medio, de manera expeditiva, a quien estorba en este advenimiento de un régimen tiránico. Emplear esta ley desproporcionada, responde tan solo a defender la tiranía encabezada por el hijoputa de Trudeau y a su cobarde culo de primer ministro.
Y sé que esto no va de seguridad nacional sino de aplastar a la disidencia porque desde el inicio de las protestas, en cuya vanguardia han estado los camioneros, el pijo repipi Justin no se ha cortado lo más mínimo en escupir mentiras sobre la actuación de los manifestantes. Mentir y colgar etiquetas es la técnica universal de los trileros políticos. Y en eso sigue Justin. Dijo que eran protestas violentas y todos hemos visto civismo, buen humor y respeto. Dijo que ondeaban esvásticas, cuando todo el mundo ha visto banderas de Canadá y carteles pidiendo libertad y el fin de los mandatos. Dijo que saqueaban a los sin techo, cuando lo que se ha contemplado es a camioneros compartiendo su comida con todos. Dijo que eran racistas y que aventaban un discurso de odio y hemos visto gente de todas las razas apoyando objetivos comunes. Trudeu, un señorito fatuo, un consentido progremonguer hasta las cachas, ha largado toda la retahíla de improperios que en boca de engreídos cabrones como él suenan a lo que todos sabemos: topicazos y mentiras de rata cobarde.
Por más que pimpolludos dictadores como Trudeau se pasen el día llamando nazis a todo aquel que les lleva la contraria, no les vamos a creer. No cabe en un cerebro sano llamar nazis a quienes quieren ejercer su derecho de entrar en una tienda o un restaurante sin tener que darle una analítica al maitre o certificar ir triplemente pinchado –con una vacuna para colmo inútil–.
Porque las medidas que, amparadas en el despliegue de esta ley, ya ha anunciado el gobierno de Trudeau, van todas en una misma línea: acogotar a los valientes camioneros y disuadir a todo el mundo de colaborar en estas protestas. Vamos cuáles son estas medidas:
- Regular y prohibir las reuniones públicas, incluidos los bloqueos, que no sean actividades legítimas de apoyo (a una causa), protesta o disidencia. El propio Trudeau dijo que consideraba solamente legítimas las protestas cuando él estuviera de acuerdo con los objetivos de las mismas y los de de sus impulsores. Para Justin las protestas violentas y racistas, estas sí, de Black Lives Matter estaban tan justificadas que hasta se puso de rodillas durante una de ellas y excusó que en las mismas no se respetara la distancia de seguridad.
- Regular el uso de bienes específicos, incluidos los bienes que se utilizarán con respecto a un bloqueo. Lo que significa denegar combustible, dinero y recursos a los manifestantes e impedir que alguien pueda suministrarles dichos bienes. Vamos, que no puedes llevarles un bidón de gasoil sin que seas un presunto terrorista por ello.
- Designar y asegurar lugares donde se prohibirán los bloqueos (por ejemplo, fronteras, accesos a las fronteras, otras infraestructuras críticas)
- Requerir a personas específicas para que presten servicios esenciales para aliviar los impactos de los bloqueos en la economía de Canadá. El gobierno federal podrá sacar de su casa y poner a hacer lo que a Justin le salga del nabo a cualquier ciudadano.
- Autorizar u ordenar a instituciones financieras específicas que presten servicios esenciales para aliviar el impacto de los bloqueos, incluso regulando y prohibiendo el uso de propiedades para financiar o apoyar los bloqueos. Esta es la norma “estrella” como ya ha adelantado Chrystia Freeland (vice primer ministra y ministra de finanzas). La última parte es la clave. El estado podrá impedir que se les preste ayuda financiera a los camioneros y quienes les apoyen.
- Medidas con respecto a la autorización de la Real Policía Montada de Canadá para hacer cumplir las leyes municipales y provinciales mediante la incorporación por referencia
- La imposición de multas o penas de prisión por contravenir cualquiera de las medidas declaradas en esta emergencia de orden público.
Chrystia Freeland anunció ayer en qué se va a traducir la intervención soviética de las finanzas que tienen en mente:
“Primero, estamos ampliando el alcance de las normas contra el lavado de dinero y la financiación del terrorismo en Canadá para que se incluyan plataformas de financiación colectiva (crowdfunding) y los proveedores de servicios de pago que utilizan”
“Estos cambios cubren todas las formas de transacciones, incluidos los activos digitales como las criptomonedas. Los bloqueos ilegales han puesto de relieve el hecho de que las plataformas de crowdfunding y algunos de los proveedores de servicios de pago que utilizan no están totalmente incluidos en los ingresos de la Ley de Financiamiento del Crimen y el Terrorismo”.
Lo que estamos contemplando en Canadá es algo tan sencillo como la reacción del globalismo al primer pulso serio ante el que se enfrenta. todos estamos viendo que es una reacción brutal y desproporcionada que no busca la seguridad de los canadienses sino aplicar un escarmiento ejemplarizante a quienes se les pongan por delante
Esta hijaputa Freeland –ironía suma apellidarse “Tierra libre”– está equiparando a quienes protestan, los manifestantes, con terroristas.
“A partir de hoy, un banco u otro proveedor de servicios financieros podrá congelar o suspender inmediatamente una cuenta sin una orden judicial. Al hacerlo, estarán protegidos contra la responsabilidad civil por acciones realizadas de buena fe”
“Las instituciones del gobierno federal tendrán una nueva autoridad amplia para compartir información relevante con los bancos y otros proveedores de servicios financieros para garantizar que todos podamos trabajar juntos para detener la financiación de estos bloqueos ilegales. Se trata de seguir el dinero. Se trata de detener la financiación de estos bloqueos ilegales”.
En la sucia boca de esta señora, el gobierno canadiense está anunciando algo tan peligroso como que un banco, por cuenta propia o a requerimiento del Gobierno, pueda congelar tu dinero o directamente quedárselo (suspender). Todo esto sin orden judicial de por medio y eximiendo al banco de cualquier responsabilidad porque, según estos hijoputas, lo estarán haciendo “de buena fe”.
“Hoy estamos dando aviso: si su camión está siendo utilizado en estos bloqueos ilegales, sus cuentas corporativas serán congeladas. Se suspenderá el seguro de su vehículo”.
Además de poder quedarse con el dinero de los camioneros les van a anular el seguro, y por otra parte el gobierno despótico canadiense también ha anunciado que les quitarán las licencias. Y ojo porque no serán solo los camioneros sino cualquiera que se arrime a ellos. Si un banco o la autoridad soviética canadiense de turno entienden que por hacerle un Bizum a un camionero estás siendo cómplice de terrorismo ve preparándote. A partir de hoy en Canadá el dinero que cualquier ciudadano tenga en el banco ha dejado de ser suyo porque con esta ley el banco se puede quedar con tu saldo tan fácilmente como puede Twitter eliminar tu cuenta. Bastará con que digan que son sus normas o que actuaban de “buena fe”.
En otras palabras, el gobierno canadiense ahora considera que hacer donaciones a un movimiento de derechos civiles es una forma de terrorismo. Pero solo cuando ese movimiento por los derechos civiles no sea del agrado del señorito Justin. Imaginémonos al gobierno federal norteamericano allá por los años 60 congelando las cuentas de los que luchaban por las libertades y los derechos de las personas negras. Ni entonces se atrevieron a tal barbaridad.
Lo que estamos contemplando en Canadá es algo tan sencillo como la reacción del globalismo al primer pulso serio ante el que se enfrenta. Y todos estamos viendo que es una reacción brutal y desproporcionada que no busca la seguridad de los canadienses sino aplicar un escarmiento ejemplarizante a quienes se les pongan por delante. Es un aviso a navegantes para que quienes piensen oponerse al Nuevo Orden Mundial de la puta resiliencia, la inclusividad socialista y la sostenibilidad a base de follarse nuestras libertades, sepan lo que les aguarda.
Justin Trudeau a cuento de la jodida inútil y obligatoria vacuna de los cojones dijo hace poco:
“Y para las personas que continúan dudando o optando por no vacunarse, están perdiendo privilegios para hacer ciertas cosas, ya sea subirse a un tren o un avión, ya sea viajar internacionalmente, ya sea seguir adelante con un trabajo en el público Servicio.”
Antes de ir a luchar contra tiranías extrañas tenemos que erradicar las malas hierbas de nuestro jardín. Antes de ir a defender los intereses de las élites derramando nuestra sangre por sus causas, que no son las nuestras, es preferible hacerlo por defender nuestra propiedad y nuestros derechos