Las libertades no son concesiones públicas, no van de permisos para hacer cosas, quien no lo vea así que se aparte y que no estorbe.
(Al final de este artículo puedes encontrar los “puntos de encuentro” para ir organizando cosas)
Este es un artículo de esos largos que escribo de tanto en tanto. Antes de entrar en materia quiero pedirte que votes en esta pequeña encuesta y pedirte que compartas algo en tus redes sociales:
Muchos han luchado a lo largo de la Historia, y muchos han dado su vida, para lograr algo que hasta hace unos pocos años todos veíamos en Occidente como un hecho tan normal como que la tierra es esférica: se puede hacer todo aquello que no es delito y cada cual puede decidir por qué caminos conducir su destino.
Esa manera de entender la libertad del individuo es algo que al parecer repugna a quienes creen que somos muchos en este mundo, demasiados, como para “consentirnos” el lujo de ser amos de nuestros destinos; un lujo que esta élite, esta gentuza, considera que solo les puede pertenecer a ellos. El mundo hacia el que este conciliábulo de cerdos-patricios quieren llevarnos es uno en donde “todo está prohibido, excepto aquello para lo que te den permiso”.
Se trata de invertir y pervertir el concepto de libertad para que pase de ser algo que pertenece al individuo a convertirse en una gracia que se le concede a la plebe en función del nivel de acatamiento que se busque en cada momento. Si cumples se verá qué cosas podrás hacer, cuántas veces y en qué lugares; si no te sometes todo se te prohibirá, incluso tu derecho a existir.
Hemos alcanzado la mitad de los objetivos de la inmunidad de rebaño: tenemos el rebaño, solo falta la inmunidad.
Implantar un salvoconducto universal con la excusa de un virus, hablar de penas de prisión por tener covid e ir sin mascarilla o por simplemente salir de casa, prohibir trabajar o acceder a locales públicos por no acatar ser inyectado con una substancia –que encima no evita el contagio–, todos estos son hitos que jalonan el camino hacia un mundo de siervos, un mundo que hace salivar a quienes desprecian la dignidad humana y buscan el control. Y esto es solo el aperitivo, un primer ensayo, y ya no van a soltar el hueso si no se lo sacamos de la boca y les atizamos en la cabeza con el mismo.
El virus manufacturado en China con dinero público malversado por unos hijoputas estadounidenses, es solo un catalizador para acelerar un plan que viene de años atrás. El virus es un chute para precipitar un proceso que se alimenta con miedo. Hemos oído claramente decir a muchos que este virus es una oportunidad para reconstruir el mundo. El Gran Reinicio (resteo mundial) es un concepto anterior al virus. La Plandemia ahora y el terror que profetiza la Iglesia de la Calentología desde hace dos décadas son dos inyecciones de miedo perfectas que anestesian a una población cada día más ovejuna, haciendo avanzar un plan cuyo fin último es que rindas tus derechos y libertades y aceptes que no son tuyos sino dádivas y privilegios provenientes de la “autoridad”.
A nivel táctico es muy sencillo: sembrar el miedo, entumecer el sentido crítico y aprovechar para atizar normas, imponer más control y recortar libertades como únicos métodos para evitar el caos. Los mismos que nos traen el caos o se inventan amenazas nos dan las pautas para evitar ese mismo caos, como un tipo que te da garrotazos y a la vez te vende un casco. Por nuestro bien común, esa repugnante excusa, van arruinando las vidas de los individuos uno a uno. Mientras tanto el rebaño contempla como sacrifican a algunos y siguen pastando pensando que “algo habrán hecho, eso no me pasará a mí”. Ponte máscarilla, pínchate esto, no des la mano, no comas carne, no conduzcas, no entres aquí, no digas eso o te eliminarán tu cuenta, o no podrás entrar, o no podrás trabajar, o no podrás viajar. Sé bueno y te darán permiso, es por tu bien.

Ellos, los que buscan tu sumisión, no contemplan rendirse. Klaus Schwab, el atravesado capo del Foro Económico Mundial, lo dejó claro: “aquellos que crean que vamos a volver a los buenos viejos tiempos de antes del Covid, deben olvidarse, eso es ficción; eso simplemente no va a pasar”
Este mismo maestro de ceremonias y mayordomo de las élites esclavistas dijo en mayo de 2019 que en la Cuarta Revolución Industrial hacia la que caminamos, nuestras identidades física, digital y biológica se fundirán en una sola.
Esta chusma del World Economic Forum (alias Foro de Davos) han estado reunidos estos días –17 al 21 de enero–para tratar las diez más serias amenazas de nuestro planeta. El cambio climático, la biodiversidad, la deuda, las enfermedades infecciosas, son algunas de estas amenazas; la libertad, la cada vez menor calidad democrática de las sociedades o el acoso al individuo no son temas que les preocupen a esta canalla de puercos y brillan por su ausencia en sus agendas.
Bajo los auspicios del mayordomo Klaus, gran mago de Davos, se han reunido una colección de tiranos de primer orden:
.- el presidente de China Xi Jinping, capo de la mayor dictadura del planeta y anfitrión de la génesis del covid
.- António Guterres, secretario general de la ONU y autor de la frase “el coronavirus es culpa del heteropatriarcado”
.- Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, madrina del mayor contrato farmacéutico, y el más opaco, de la Historia. Amiga íntima del CEO de Pfizer y esposa de un directivo de la industria farmacéutica especialista en terapias génicas.
.- Scott Morrison, primer ministro de la isla-continente-presidio antiguamente llamada Australia.
.- Naftali Bennett, primer ministro de Israel y pionero en obligar a la cuarta dosis a sus ciudadanos.
.- Olaf Scholz, canciller de Alemania y ferviente defensor de obligar a sus súbditos –también a los imbéciles que le han votado– a vacunarse por Bälle (cojones)
.- Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general una organización cuya principal finalidad es la de lamerle las botas a Xi Jinping (también conocida como la OMS u Os Mentimos Siempre)
.- Anthoni Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los EE.UU., asesor áulico de la momia deambulate Biden en temas sanitarios y responsable de prevaricar con fondos de los contribuyentes norteamericanos y con tecnología made in USA para asistir a los chinos en la creación de nuestro querido virus.
.- Al Gore, ex vicepresidente de los EE.UU. y uno de los hombres que más veces se ha equivocado pronosticando catástrofes; multimillonario, polimentiroso, gurú-obispo-profeta de la Iglesia de la Calentología y presidente del CEJ (Club de Ecolojetas con Jet)
Solo faltó Macron, que está muy ocupado cumpliendo su promesa de joderles la vida a algunos millones de franceses que no quieren pincharse, que no asistió. Aún sin poder contar con Emmanuel XVI debo felicitar a Satán Klaus por reunir tan excelso plantel de hijoputas.
En otro nivel, con menor sofisticación, tenemos a nuestros comisarios chusqueros patrios como Pablo Iglesias que se jacta de desear pegar a quienes no están vacunados o a Revilla el demagogo con anchoas — visir de Cantabria– que aboga por pincharnos a todos por lo civil o por lo militar. Bonilla qué merendilla, Feijóodete y otros muchos señoros de las taifas hispanas también compiten entre ellos por ver quién de ellos es capaz de jodernos más con sus piadosas ocurrencias y covidioteces varias.
Casi todos los líderes mundiales occidentales han expresado de una manera u otra su deseo de putear a la gente que no quiera participar de la fiesta de los pinchazos génicos de dudosa efectividad. Macron, Trudeau, Morrison, Biden, Scholz, Ardern, etc. han conjugado los bonitos verbos democráticos de joder, impedir, prohibir o vetar cuando se han referido a quienes quieren ser libres de inyectarse algo en SUS cuerpos.
Esta mujer ejemplifica el perfil de quienes deberían estar sentados en el banquillo de los acusados a la vera de los políticos a quienes “aconsejan”. Ideólogos del “régimen”, arquitectos de Crímenes contra la Humanidad y merecedores de la pena máxima.
A la luz de la manifiesta ineficacia de las inyecciones a las que han dado prioridad en detrimento de otras vacunas (detenidas) y otros tratamientos (proscritos), la prisa que esta cáfila de déspotas se está dando por inocular a todo bípedo me da mucho que pensar. Si la vacuna no previene el contagio, el argumento altruista –salvar al abuelo García– se queda hueco de lógica y aún así insisten en la inmunidad de rebaño. Hemos alcanzado la mitad de los objetivos de la inmunidad de rebaño: tenemos el rebaño, ya solo falta la inmunidad.
Pero es que además se da la deliciosa paradoja de que si las vacunas funcionaran no tendrían argumento para forzar a la vacunación porque los no vacunados no podrían infectar a los inmunizados; y cuando no funcionan, como es el caso, tampoco hay argumento lógico puesto que los vacunados no pueden llamarse inmunizados. La lógica no está de moda en los tiempos del “relato”.
Junto con el aspecto de la eficacia de las substancias –o no eficacia como el caso que nos ocupa– que con tanta ansia quieren que nos pinchemos trimestralmente, está la derivada de los efectos adversos de estas dizque vacunas; y ese tema es tabú.
La OMS, el VAERS estadounidense y la Base de Datos Europea de Presuntas Reacciones Adversas (de la Agencia Europea del Medicamento) ofrecen cifras de casos adversos por estas substancias que son desproporcionadas en comparación a las de otros medicamentos y vacunas. Los efectos nocivos de estos medicamentos se salen de todas las tablas, pero eso no es o no debe ser noticia por ninguna parte. Pero está ahí.
Son datos que no cesan de crecer y están en cifras estratosféricas a pesar de la desidia que muestran las autoridades sanitarias en animar a la gente a que informe de los mismos.
Todos los bustos parlantes de los que hemos hablado cuentan con sus consejeros de perfil globalista para proveerles de argumentos con los que justificar sus atropellos. De entre todos estos gurús vacunólogo-carcelarios me ha llamado la atención una rubia llamada Vardit Ravitsky.
Ravitsky es miembro de la Academia Canadiense de Ciencias de la Salud, presidenta del Comité de Impacto COVID-19 de la Fundación Pierre Elliott Trudeau, no es una médico sino una experta en bioética. Está muy bien colocadita en la fundación que lleva el nombre del ex-primer ministro canadiense Pierre Trudeau (el papi del hiper-gilipollas actual primer ministro Justin Trudeau). Asesora al gobierno provincial de Quebec, al de Canadá y también al de Reino Unido en materia sanitario-ética.
¿Qué cositas dice esta rubita con cara de no haber roto nunca un plato? Pues cosas como esta que contó al diario Times of Israel:
“Todo el mundo quiere volver a la normalidad. A medida que nos vacunamos y gradualmente nos quitamos las máscaras, existe el riesgo de que volvamos a la normalidad y olvidemos que esto sucedió. No quiero volver a la normalidad porque, en muchos sentidos, la normalidad no era buena. Quiero construir algo mejor. Si volvemos a la normalidad, perderemos la oportunidad de aceptar quiénes somos en realidad”.
¿Quiénes somos en realidad Vardit o como le gustaría que fuéramos a una extremista de izquierda con sueños húmedo-tiránicos como tú? ¿Quién diablos se cree esta sádica hijaputa para sentenciar que “la normalidad” no era buena? Vamos no me jodas, ¿bioética?, sí, bioética de mierda.
Y es que en esa misma entrevista la doctora en ética reconocía tener posiciones políticas de extrema izquierda, lo cual está muy en consonancia con la pasta que se embolsa dando conferencias y cobrando por sus labores de asesoría en liberticidio ético y como capo de la Fundación Pierre Trudeu. La normalidad a la que ándabamos acostumbrados es una cosa excesivamente facha para millonarias petulantes marxistas. Esta mujer ejemplifica el perfil de quienes deberían estar sentados en el banquillo de los acusados a la vera de los políticos a quienes “aconsejan”. Ideólogos del “régimen”, arquitectos de Crímenes contra la Humanidad y merecedores de la pena máxima.
Para quien le interese saberlo, la bioética es el estudio multidisciplinario que busca dar respuestas a cuestiones morales de la medicina y de las ciencias relacionadas con la vida y la salud humanas, la biología y el medio ambiente.
Esta ética hijaputa contaba al medio canadiense CTV News lo siguiente:
“La razón número uno es incentivar, alentar la vacunación, diciéndole a la gente, ‘mira, tienes una opción. Por supuesto que tienes una opción: no vamos a aparecer en su puerta, atarte y vacunarte. Pero si eliges, viene con un precio y el precio es cada vez más alto porque tu elección crea un riesgo cada vez mayor para nosotros”.
Incentivar, en la sucia boca de esta hijaputa (no, no me canso de llamarla así), significa chantajear a base de prohibiciones. Es como si alguien que te está estrangulando te dice que te aprieta el cuello como incentivo para que le des 100 euros.
Palabras parecidas a las de Rafa Nadal hablando de su maestro Djokovic –eres libre pero tiene un precio–. El precio en Quebec para los no vacunados es que no pueden entrar en las licorerías, tiendas de cannabis, restaurantes o en el transporte público y además en breve el gobierno provincial impondrá un impuesto (multa) exclusivo para quien no se quiera pinchar. También andan dándole vueltas a la idea de impedir el acceso a los supermercados para “incentivar” a que la gente se vacune. Pero eso sí, te dejan libertad para elegir, no lo dudes: puedes elegir morirte de hambre o que te inyecten.
El primer ministro canadiense, Trudeu Junior, dijo la semana pasada algo muy interesante:
“Y para las personas que continúan dudando o optando por no vacunarse, están perdiendo privilegios para hacer ciertas cosas, ya sea subirse a un tren o un avión, ya sea viajar internacionalmente, ya sea seguir adelante con un trabajo en el público Servicio,”
Ojo al lenguaje porque, según este pánfilo cretino, los no inyectados no pierden derechos o libertades sino que pierden “privilegios”. Viajar es una prebenda, poder tener una carrera en el sector público es un privilegio, poder comprarte una botella de ron es una prerrogativa y acceder al super una gracia que emana del (puto) estado y de lo que se le ponga en el chocho a la hijaputa rubia bioética.
Volvemos a lo que decía al principio. Esta cohorte de podadores de derechos, políticos, consejeros, periodistas, bien untados por quienes todos ya sabemos quieren invertir el concepto de libertad para que la gente empiece a creerse que cosas como subirse en un autobús o comprar comida es un privilegio y no un derecho.
Cuando Trudeu habla de “perder” privilegios tiene en mente un concepto de cartilla de racionamiento para vender algo que no es suyo, las libertades individuales, convirtiéndolas en regalías de un estanco que el Estado aspira a administrar. Al fondo, en el horizonte, está el envidiado sistema de Crédito Social chino que es como el carnet por puntos pero ampliado a todos los ámbitos de la actividad humana, incluyendo la libertad de expresión o de pensamiento.
En China un día opinas algo en una red social y al día siguiente no puedes comprar un billete de tren o expulsan a tu hijo de la universidad. Una gozada de sistema que hace babear de gusto y rabiar de envidia a tiranos por todo Occidente.
Podemos hacer dos cosas, ir dejándoles avanzar poco a poco por esa senda, rumbo a un año 2030 poblado por alelados desposeídos de propiedades, todos yonkis a la espera de la inyección trimestral, y pendientes de obtener “privilegios” exquisitos como 150 gramos de carne o seguir vivos; o podemos empezar a sacar las uñas y arrasar a esta patulea de cabrones hasta que queden en la memoria colectiva como una horrible pesadilla.
Quien dice sacar las uñas también puede decir sacar los patíbulos o lo que sea necesario para frenar en seco esta espiral hacia la que nos arrastran en nombre de una ética retorcida.
¿Hablas de penas de muerte para esta gente Publio? Sí, hablo de pena de muerte si es necesario. No estamos hablando de un crimen menor, estamos hablando de un jodido complot para dar la vuelta como a un calcetín a la ética occidental y así crear una Humanidad dócil, condicionada y perruna. Con todo mi respeto hacia unos seres adorables como los perros, aunque soy de gatos, cuando hablo de una Humanidad perruna la imagen mental que quiero transmitir es la de individuos centrados en agradar al AMO para así tener juguetes, paseos, comida, etc.
La pena capital, o las que se decidan, sería administrada a través de procedimientos judiciales escrupulosos y garantistas donde la presunción de inocencia estaría siempre por encima de cualquier sospecha que no esté anclada en pruebas sólidas, y sería un último recurso para los reos con una mayor responsabilidad. Lo que se tiene que juzgar son delitos de ámbito planetario y el saldo en víctimas, muchas de ellas mortales, de estos delitos, no va a hacer sino crecer a medida que los efectos adversos de estas ineficaces pociones que nos inyectamos “libremente” vayan engrosando el número de afectados con el transcurso de los años.
Los suicidios, las depresiones, las pérdidas de empleo, los divorcios, los encierros ilegales, las pérdidas económicas, los muertos por otras patologías que han sido dejados de lado, el robo de la infancia y de la adolescencia, el dolor por no haber podido acompañar a los moribundos o enterrar a los fallecidos. Deben pagar también por estas cosas.
Que se debe enjuiciar a toda esta caterva de hijoputas es ya algo irreversible, deben ser juzgados y serán juzgados si logramos pararles los pies; lo único que a mi entender está por ver, es si una marcha atrás por parte de los que están llevándonos al matadero de nuestras libertades, nuestras propiedades y nuestras vidas, podría constituir un gran atenuante a la hora de recibir unas sentencias más benignas… o ya es tarde para eso.
Los rostros de los jerarcas nazis en el banquillo de Nüremberg, sus alegaciones de que “solo cumplían órdenes”, y las imágenes de sus cuerpos colgando de una soga no me regocijan en absoluto, pero entiendo muy bien que que estas sentencias fueron una forma de des-incentivar a posibles nazis futuros (empleando la terminología de la doctora en bioética) para olvidarse de volver a hacer cosas nazis.
Yo no estoy a favor de que la pena superior para los máximos responsables de estos Crímenes contra la Humanidad sea la de ser ejecutados, prefiero que paguen en vida y no darles el pasaporte a donde merezcan viajar. Para mí la vida humana vale más que el saldo pendiente que tenga con la sociedad un delincuente. La cadena perpetua o treinta años de trabajos forzados son penas que encuentro mucho mejores, pero puedo entender que haya quien desee que las guillotinas y las sogas aparezcan en las plazas públicas. No me cierro a castigos ejemplarizantes como que a ciertos jerarcas de esta trama criminal se les sentenciara a trabajar de becarios 25 años en una fábrica de embutidos, a conducir un camión diésel de 18 ruedas, o ajustando tuercas en una refinería del Golfo de Texas. Veré con cariño lo que sea que constituya un castigo ejemplarizante para ellos y disuasorio para futuros aspirantes a liberticidas.
Un presidente de la República francesa no puede amenazar con joder a millones de sus ciudadanos y luego irse a dar conferencias cuando se retire a vivir con su esposa-abuela. Debe pagar, y pagar un precio alto. El máximo responsable de la política de sanidad de los EE.UU. no puede jubilarse en Martha´s Vineyard después de haber prevaricado con fondos y tecnología estadounidenses para ayudar a que el virus chino viera la luz. La lista sería tan extensa que habría que construir nuevas cárceles para acoger a tonto convicto.
Otro de los motivos por los que esta gente debe ser enjuiciada además del muy obvio de que son presuntísimos criminales y del de sentar un precedente que haga tentarse las ropas a los aspirantes a déspotas éticos, es el de que podemos estar seguros de que si no se les para los pies con una gran bola de hierro colado colgando de sus tobillos, volverán a las andadas porque esta gente cree que lo que hacen está bien. El catecismo católico dice que para que Dios te perdone por tus pecados se precisan cinco condiciones: examen de conciencia, dolor por los pecados, confesar estos pecados, propósito de la enmienda y cumplir la penitencia. Solo si son enjuiciados podemos asegurarnos de una de estas cinco cosas: cumplir la penitencia. No esperemos que Bill Gates, Klaus Schwab o Jacinda Ardern vayan jamás a sentir arrepentimiento ni que les duelan sus crímenes. Tal vez me equivoque y Dios actúe de maneras misteriosas en los corazones de estas serpientes. En cualquier caso como uno de los principales encausados sería el Papa Francisco, este podría darles catequesis o incluso confesarles en prisión antes de que todos ellos suban al patíbulo si esa fuera su sentencia.
A quien vea todo esto que escribo como algo excéntrico y fuera de lugar le propongo que me acompañe en las siguientes reflexiones:
Recientemente el Ministerio de Sanidad y todas las comunidades autónomas (también tu taifa Ayuso) han acordado que la tercera dosis de la substancia será imprescindible para tener al corriente, actualizado, el salvoconducto del Reich Sanitario. Obligatorio para todos los mayores de 18 años. A la vez que se acuerda esto, la Agencia Europea del medicamento a través de su director de Estrategia de Vacunas dice que “si bien el uso de refuerzos adicionales puede ser parte de los planes de contingencia, las vacunas repetidas en intervalos cortos no representarían una estrategia sostenible a largo plazo”; la misma agencia avisa de que “repetir las dosis de refuerzo cada cuatro meses podría eventualmente debilitar la respuesta inmunológica y cansar a las personas” (fuente la super progre Boomberg) Por otra parte la OMS advierte de que “es poco probable que una estrategia de vacunación basada en administrar repetidas dosis de refuerzo de la composición original de la vacuna resulte apropiada o sostenible“.
Es decir que a la vez que se nos pide tener tres dosis A TODOS para poder hacer vida normal (gente sana, gente con defensas, gente que ha pasado la enfermedad, inmunodeprimidos, da igual), se nos advierte de que pueden pasar cosas y de que no es recomendable. Y para terminar de arreglarlo llega el capo de Pfizer, Albert Bourla y anuncia que dos dosis no sirven para una mierda, que tres un poco y que para marzo sacarán la versión 1.1 (palabras textuales que puedes oír en el vídeo) contra Ómicron. El hijoputa recomienda tres dosis y que nos preparemos para tres más de la versión 1.1, y las que vendrán.
Por un lado te están diciendo que te pinches sin pausa, obligándote a ello, y a la vez advirtiéndote de que inocularse varias veces implica riesgos gravísimos ¿Encuentras la lógica? Pues la hay. Te dicen las dos cosas para hacer negocio, tenerte controlado y a la vez curarse en salud pudiendo decir “te lo advertimos…pringado” si la cosa se tuerce –o mejor dicho cuando la cosa se tuerza– Aquí tienes al de Pfizer sacando la calculadora:
Si los patíbulos terminan siendo una opción, Albert Bourla debería tener una soga con su nombre xerigrafiado esperándole.
Pero no solo los directivos de empresas farmacéuticas o de las Grandes Ciberdictaduras (Facebook, Twitter, Google, etc.) deberían acompañar a los políticos en el banquillo para afrontar sus sentencias por Crímenes contra la Humanidad. Un ejército de periodistas deberían ser encausados y juzgados. Todos los directores y principales plumas de los medios escritos y digitales, los responsables y los principales locutores de de las radios y televisiones deberían ponerse el pijama naranja a la espera de ser juzgados. En España hablo de TVE, Atresmedia, Mediaset, Onda Cero, Cope, Libertad Digital, OkDiario, Diario.es, Público, El País, Grupo Prisa, Grupo Godó, y la lista de medios seguiría hasta abarcar a más del 99% de los mismos.
Porque no estamos hablando de dar información política con sesgo, que ya sabemos que es algo que va implícito en eso que rimbombantemente llaman “línea editorial”, aquí hablamos de acallar informaciones relevantes, de silenciar las voces discrepantes y cercenar de forma premeditada y proactiva el debate científico. Estamos hablando de un atentado continuo no solo contra la libertad de información sino contra la salud de los ciudadanos. No me creo ni me vale la excusa de que “no sabían” o que ignoraban lo que voluntariamente han prohibido porque los periodistas están para arriesgar y no para ser amanuenses chupavergas de Blackrock o Vanguard. Sé que la publicidad es de lo que comen, y sé quienes están detrás de los principales anunciantes, tampoco me vale esa excusa apestosa, me importa una mierda si para pagar la hipoteca han tenido que vender sus almas a Satanás o a Moderna porque es la misma excusa que podría emplear un narcotraficante alegando que necesitaba vender farlopa para dar de comer a sus hijos.
Pronostico que de aquí a muy poco, de hecho ya asoman la patita, empezaremos a ver como las ratas abandonan el barco y como empezaremos a leer y escuchar cosas como “no se podía adivinar”, “no podíamos saber”, “nos faltaba información”, “aunque resulte sorprendente…”, etc. Ya hemos visto como determinadas informaciones han pasado de ser teorías conspirativas a evidencias probadas: la vacuna no inmuniza, más dosis sirven muy poco, las vacunas no son seguras, los vacunados contagian y pueden ser contagiados, el virus no procede de la naturaleza. Nos queda escuchar y leer que fue un error inyectar de forma indiscriminada a toda la población (ya la OMS y la EMA avanzan esto) y un crimen recomendar que los niños fueran inoculados.
Nos falta también leer y oír las disculpas de egregios imbéciles como Federico Jiménez Losantos y a engolados locutores como Carlos Herrera –y del 99,99% de los periodistas de izquierda– ¿Qué nos van a contar cuando el relato vakunero, que han venido defendiendo a base de tapar bocas y sustraer información a su público, se caiga en pedazos? Estaremos atentos.
Periodistas (especialmente aquellos que trabajan en las empresas intoxicadoras que se autodenominan verificadoras), políticos, responsables de entidades supranacionales, de ONGs, de la ONU, del Foro de Davos, directivos, médicos, científicos, famosetes, actores, y muchos más, deben rendir cuentas ante nosotros LA GENTE, ante nosotros los individuos. Ellos saben quienes son, nosotros también. Y deben ser juzgados cuanto antes porque como dijo Séneca “nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía”.
Y ahora lo dicho sobre los puntos de encuentro.
1.- Aquí te dejamos un código QR para que puedas distribuirlo en cualquier lugar. Este QR lleva a nuestra encuesta acerca de qué pena consideras la más adecuada para los liberticidas de la Plandemia. Puedes imprimirlo y dejarlo en cualquier lugar (en una mesa de una cafetería por ejemplo), puedes compartirlo
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