En mi casa me han enseñado esto: que quizá el comunismo es la democracia y es la igualdad. Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno de España y militante del PCE desde los 15 años.
Las palabras exactas de la vicepresidenta en la entrevista conducida por Ignacio Escolar y Daniel Basteiro el pasado 8 de abril, fueron: “En mi casa me han enseñado esto: que quizá el comunismo es la democracia y es la igualdad. Por favor no frivolicemos, yo creo que no está el país para estas cosas”
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(Hoy traemos un excelente vídeo de Equalizer3 que como todos sabéis viajó desde el futuro (la Cuba comunista) para advertirnos de lo que se nos está echando encima. Un vídeo de una clarividencia rotunda como todos los de mi amigo Eduardo y que te aconsejo que veas atentamente porque enlazan con lo que te cuento en este artículo).
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Los dos lameculos disfrazados de periodistas le preguntaron a Yolanda si “¿comunismo o libertad?” a raíz del lema de campaña de la ratita presumida del Partido Pusilánime en las elecciones madrileñas. “No frivolicemos” dice la Fashionaria nada más vomitar una exorbitante mentira para blanquear una ideología homicida, totalitaria, asesina y liberticida que ella apoya. La ministra que milita en el Partido Comunista de España desde que le bajó la regla por primera vez, equipara al comunismo con la democracia, hace falta cuajo, y encima se pone estupenda pidiendo que no se frivolice con el comunismo asesino (solo hay uno) de sus amores.
La única respuesta que se le puede dar a la señora Díaz, queridos lectores y lectoras, es mandarla a la mierda, no sin antes solicitarle que por favor se meta su repugnante demagogia por su comunista trasero.
Hace tres días Enrique Santiago, secretario general del PCE celebraba el 100 aniversario del principal partido comunista español, que es como celebrar el cumpleaños de un asesino, al fin y al cabo todo el mundo –incluso las organizaciones criminales– tiene quien le quiera.
Entre las declaraciones que he leído de distintos progremonguers de la ultraizquierda el denominador común al referirse al PCE es que es el partido que más ha luchado por las libertades, que los españoles le debemos muchas cosas, entre ellas la democracia y que el comunismo es lo mejor de lo mejor. Nada que no esperara. Pero hay unas declaraciones de Enrique Santiago que me han llamado la atención porque explican muy a las claras de qué va el comunismo. En la Cadena Ser, Enrique Santiago dijo lo siguiente:
“No entiendo por qué los sistemas constitucionales establecen categoría de derechos fundamentales. Las Constituciones modernas dan más importancia a los derechos individuales pero los derechos colectivos no son tan exigibles. Ahí nos han engañado. Nuestro papel es garantizar esas derechos para todos por igual”.
En esta declaración se manifiesta la estrategia que a nivel mundial viene empujando toda la galaxia progremonguer desde todas sus variopintas terminales. Se trata de sustituir al individuo por el grupo, al ciudadano por lo público, a la persona por el “colectivo”. Decía una política que además de ser de izquierdas está zumbada, Carmen Calvo quién si no, que el dinero público no es de nadie. Ese mismo razonamiento puede aplicarse a los derechos “públicos”. Se dice que los locos y los niños no mienten, Carmen Calvo entra dentro de la segunda categoría (aunque también tiene su toque infantil). Aunque el dinero público es realmente de todos, en la mente de cualquier progremonguer lo público es de nadie o de los políticos; tan solo cuando están mal de lo suyo, como Calvo, se atreven a expresarlo tan abiertamente.
Los comunistas al parecer ya no necesitan garrapatear a sus “huéspedes” (Podemos e Izquierda Unida) y como la cabra (comunista) tira al monte, pues vuelven a sus tácticas de aplastar toda resistencia en la extrema izquierda como hicieron en la Guerra Civil apisonando a los anarquistas o como hacía tito Stalin con los “troskos”. Y ahí tenemos a la fashionaria Díaz diciéndonos que en su familia le enseñaron no sé que mierdas del comunismo…
Cuando los derechos se colectivizan lo que en realidad sucede es que pasan de ser del individuo a convertirse en propiedad de un ente abstracto e incapaz de manifestar su voluntad, y finalmente es un activo manejado por el poder, que lo distribuye, concede o se lo guarda según convenga. Pasa lo mismo que con el dinero. El dinero en tu bolsillo es tu dinero y te lo gastas, o no, en lo que quieres; el dinero público es tan de todos que al final no es de nadie y “alguien” tiene que hacerse cargo de manejarlo.
Para un comunista como Santiago, que las constituciones salvaguarden los derechos de los individuos en lugar de consagrar los derechos de los colectivos, es una forma de engañarnos. Para ser individuo basta con ser, pero para ser colectivo hay que, además de ser, pertenecer, y cuando alguien puede despojarte de esa pertenencia al “grupo” estás al albur de lo que otros decidan para poder tener esos derechos colectivos. Si el poder, que en un esquema comunista administra los derechos, decide que eres fascista, reaccionario o un rico de puro y chistera –todo muy del imaginario comunista– dejarás de tener derechos por no ser parte del “colectivo”; dará igual que no seas Rockefeller sino un empresario con dos camiones o que no seas fascista sino que te niegues a que tus hijos aprendan teoría de género, igualmente te quedas fuera donde hace frío.
El grandísimo hipócrita (está forrado) Enrique Santiago nos quiere engañar como un barato trilero callejero diciéndonos que es mejor que los derechos pertenezcan a “colectivos” (es decir a nadie) a que se consideren consustanciales al ciudadano desde su nacimiento ¿Nos suena a algo? La salud del grupo, los derechos del colectivo alfabético, los derechos de las mujeres, los “nuevos” derechos, los derechos “reproductivos”, etc. Todo lo que sea colectivizar derechos es como colectivizar los medios de producción, un desposeimiento del verdadero, y único, titular de los derechos: el indiviuo. Nada se la pone más dura a los déspotas (islámicos, corporativos, comunistas, nazis y su puta madre) que convertirse en el estanco y la expendiduría de derechos.
Vuelve sin complejos el Partido Comunista de España. Cuando a finales de los años 80 del siglo pasado el comunismo era algo mal visto (excepto en ambientes académicos o extremistas) el PCE vivió agazapado en esa primera ensalada de partidos izquierdistas llamada Izquierda Unida. Esa ensalada de déspotas carmesí se diluyó aún más en la cosa podemosa y sus mareas adjuntas que disparaban a todo lo que se meneaba y enarbolaban los estandartes del feminismo, el ecolo-jetisomo, y más adelante el rollo alfabético siendo banderines de enganche de todo lo verde, rojo, morado y arcoiris. El PCE, –El Partido– una organización monolítica, estaba en todos estos ajuntamientos provisionales porque le convenían para rebañar los votos de todos los incautos posibles mientras el comunismo estaba aún mal visto.
Al parecer ese pudor comunista ha terminado coincidiendo con el centenario de El Partido. Cuando el comunista Pablo Iglesias hizo mutis, posó su dedo mágico sobre Yolanda Díaz, una “militanta” pata negra del PCE (se dio de baja de Izquierda Unida, no del PCE) y no lo hizo en ninguna de sus otras cheerleaders. En verano de 2020, cuando ya sonaba su nombre como sucesora del macho alfa, Díaz se mostraba como una fidelísima groupie del torito chepudo, un año después se pitorrea de él y va en modo comisaria feroz a zamparse los despojos de la cosa esa llamada Podemos.
Los comunistas al parecer ya no necesitan garrapatear a sus “huéspedes” (Podemos e Izquierda Unida) y como la cabra (comunista) tira al monte, pues vuelven a sus tácticas de aplastar toda resistencia en la extrema izquierda como hicieron en la Guerra Civil apisonando a los anarquistas o como hacía tito Stalin con los “troskos”. Y ahí tenemos a la fashionaria Díaz diciéndonos que en su familia le enseñaron no sé que mierdas del comunismo…
Que os vayan dando por donde amargan los pepinos a los Enriques Santiagos del mundo mundial, porque no vamos a parar de deciros a la cara lo grandísimos cabronazos que sois… es NUESTRO sagrado, bendito e indisputable DERECHO
¡Ponte en pie y sácales el dedo (con todo tu) CORAZÓN!
Y hablando de sacar dedos…
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