La misma mafia que se ceba con los niños a cuenta de cuánto hablan o no en catalán o en castellano en el recreo, va ahora a husmear qué niños se han vacunado o no.
La justificación del Departamento de Educación de la Generalidad es que cada centro escolar podrá saber qué niños están vacunados y por tanto, en caso de positivo, saber si se debe confinar o no el resto del grupo.
Es decir que si en una clase de 25 hay un niño que da positivo en una prueba de Covid (que dicho sea de paso no son excesivamente fiables) y hay tan solo uno o dos niños no vacunados, toda la clase será confinada en sus casas. Lo cual es una bonita y fascista manera de señalar a los “niños malos” y a sus “repugnantes” padres antivacunas.
En el caso de confirmarse un positivo por covid en un colegio, el resto de compañeros, padres y madres, podrá conocer si alguien está vacunado o no ya que será en función de este dato por lo que tendrán que confinarse o podrán permanecer en clase todos los alumnos.
La lógica médica o racional de esta decisión del gobierno autónomo más despótico de toda España no hay que buscarla porque no existe. Tan solo existe una lógica política que no es otra que la de presionar a los padres que nos negamos a que se inyecte a nuestros hijos una sustancia que no previene infectarse, ni enfermar, por el virus co-chino y que a cada día que pasa manifiesta más contraindicaciones y efectos adversos negativos.
Si la dizque vacuna –para mí está ya al nivel de un frenadol con muchos efectos secundarios nocivos– previniera el contagio o la transmisión del virus en un 99%, no habría que tomar esta medida de mandar a casa a toda la clase, porque solo serían los niños no vacunados los que estarían en riesgo.
Como resulta que tanto los vacunados como los que no lo están pueden infectarse e infectar a su vez a terceros, la medida lógica sería dejar a todos en la clase mientras el niño que dio positivo se queda en casita unos días. Y si nos ponemos en plan tremendo la medida racional, dentro de un sociedad médico-tiránica, sería mandar a todos los niños a casa incluso en el caso de que estén todos vacunados hasta el infinito y más allá… por si acaso.
Cuando un niño cae enfermo de gripe, una enfermedad con mayor tasa de mortalidad infantil que el Covid de Wuhan, ese niño se va a casa a ponerse bueno mientras todos sus compañeros, ninguno vacunado de gripe, siguen en clase. Cuando un niño cae enfermo de sarampión o varicela podemos apostar, y ganar, a que ese niño no ha sido vacunado de esas dos enfermedades y podemos también doblar la apuesta afirmando que sus compañeros, vacunados todos con esas vacunas verdaderamente efectivas, no corren riesgo de caer enfermos.
Lo que la Generalidad busca con esta normativa, tan a la altura de su catadura moral, es control, poder y coerción ¿Qué pasaría si el niño que da positivo por virus co-chino está vacunado y dentro de una clase donde todos lo estén? Según esta normativa en ese caso todos podrían seguir en el aula excepto el niño que dio positivo. Esto mismo sería lo lógico en una clase en la que haya niños no vacunados contra el virus de Wuhan. Lo normal con sería todos yendo a clase excepto el que se puso malito, porque todos pueden contagiarse y contagiar y todos tienen las mismas infinitesimales posibilidades de enfermar, y aún menores de morir, tanto estando como no estando vacunados. Y eso sin tener en cuenta que muchos niños no vacunados ya han pasado la infección (prácticamente sin darse cuenta en un altísimo porcentaje) y están mucho mejor protegidos contra una nueva infección que sus compañeros inyectados con el suero génico.
Un vídeo interesante a este respecto donde pillan a científicos de Pfizer echando pestes de su producto estrella:
A pesar de que la Generalidad no va a hacerse responsable de los efectos adversos que la vacuna cause (nadie lo hará), este leviatán administrativo se dedica a avergonzar y a presionar a las familias para que vacunen a los menores; no pueden resistirse y no son capaces de dejar pasar una oportunidad para aplastar las libertades de los ciudadanos que les padecen y les pagan sus fiestas separatistas.
También parece importarles, a los jerarcas de la Generalidad, un cuarto y mitad de mierda, el hecho constatado de que el virus co-chino prácticamente no afecte a los niños y que encima esté demostrado que la vacuna no es garantía de casi nada. En el caso de los menores el análisis coste-beneficio apunta a que lo aconsejable es no vacunar a los niños con estas “soluciones inyectables”.
Porque es ese mismo análisis coste-beneficio, que hace aconsejable vacunar a los niños con las vacunas eficaces y contrastadas durante años, el que aconseja no inyectarles las nuevas dizque vacunas. En cualquier caso, a quienes corresponde evaluar los costes y los beneficios y decidir en consecuencia, es a los padres y a los propios niños según su edad. Son los padres y los propios niños los que van a tener que vivir en carne propia las consecuencias de las inyecciones experimentales, y no los funcionarios con querencias dictatoriales que se lavarán las manos en cuanto pinten bastos. Así que fuera las pezuñas de los menores engreídos hijos de cien mil putas.
El gobierno local catalán siente una irrefrenable pulsión por el control de sus ciudadanos. Lograr destacar en autoritarismo dentro del conjunto de una España gobernada por el macarra piscinero y pendenciero Pedro Sánchez, es –debemos admitirlo– algo que tiene mucho mérito. Cuando hablamos de atropellos a las libertades hay que quitarse el sombrero ante la Generalidad. Son los mismos mafiosos que pisotean el derecho de los comerciantes a rotular en el idioma que les salga de los cojones, los mismos comisarios que se gastan dinero editando libros con mentiras históricas palmarias o que subvencionan a entidades dedicadas a patrullar los recreos en busca de niños que se columpian o celebran un gol en el idioma de Cervantes (que por cierto dicen que era catalán), para reprenderles por sus pecados lingüísticos.
Por lo tanto todo en orden en el “pantano” infecto de criaturas liberticidas ombligocentristas en que han convertido a Cataluña los hijos y los nietos políticos del padrino de todos los cleptócratas políticos de España, el Molt Honorable Jordi Pujol.
Mi consejo para los padres de cualquier niño no vacunado ante estas leyes injustas no puede ser otro que inducirles a la desobediencia. En palabras de alguien que hoy sería considerado un facha y un supremacista blanco:
“Así como es deber de todos los hombres obedecer las leyes justas, también es deber de todos los hombres desobedecer las leyes injustas”.
El facha en cuestión es un tal doctor Martin Luther King a quien ya le he dedicado un artículo que te invito a descubrir:
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