Pedro Sánchez necesita nazis ¿Quién se apunta? Tras el famoso #BuloDelCulo era urgente sacar nazis de todo a un euro a pasear por Chueca.
Las balas y los cuchillos ensangrentados franqueados por correo postal a NINIstros y NINIstras (con N) impresionables no frenaron el empuje electoral de Isabel y Rocío. La Policía dio el tema por zanjado no sea que acabaran descubriendo a los culpables y tuvieran que detener a sus jefes.
Para desgracia de una izquierda huérfana y hambrienta de nazis de verdad, ni Ayuso ni Monasterio dan el perfil de majaderas descerebradas que se requiere para estar a la altura de dos nazis “como dios manda”, es decir que sigan los cánones que la izquierda requiere.
La izquierda en España (y últimamente en todo Occidente) es tan extrema en sus formas y planteamientos que precisa inventarse una ultraderecha tan radical como ellos –que no existe o es marginal– para no pelearse con su propia (y fascista) sombra.
Resucitar a Franco no es suficiente, les faltan nazis rapados gritando sieg heil! por las calles de Madrid para que sus fantasías se hagan carne y poder sostener su lucha imaginaria. Nadie en su sano juicio sale a la calle a cazar homosexuales, al igual que nadie en sus cabales puede defender que todos los gays deben suscribir al pie de la letra todas las majaderías ideológicas que los oráculos del colectivo alfabético excretan.
Los que se empeñan en estabular en el mismo corral a todos los homosexuales, lesbianas, bisexuales, trans, etc. son tan fanáticos como los que aspiran a un mundo donde todos seamos blancos y heteros. Los que desvarían de un lado precisan a los que desbarran por el otro para poder retroalimentarse.
Lo que pasa es que los chalados liberticidas y autoritarios de un bando son muchos, y paradójicamente son parte del sistema contra el que dicen luchar. Los autodenominados antisistema y antifascistas tienen hasta ministerios para jugar a sus cosas, dan charlas en los colegios, están apoyados por las ciberdictaduras de Silicon Valley y atemorizan a la prensa blandiendo la amenaza de decretar algofóbicos a quienes les discutan cualquiera de sus fascistas dogmas. Estos déspotas secuestradores de gays y lesbianas –como si todos ellos fueran iguales y pensaran de forma idéntica– necesitan de vez en cuando fachas refachas, o mejor nazis aunque sean de atrezzo, para poder decir “nos están matando”.
Para su “desgracia” lo que se encuentran enfrente los antisistema del sistema único y verdadero por cojones, es al único partido de derecha moderada de España, VOX, diciendo que la bandera de España es la de todos, que agredir a cualquiera está muy mal, que la inmigración ilegal perjudica a todos los que vivimos y trabajamos en nuestro país y que hay que endurecer las penas por delitos violentos como agresiones, violaciones u homicidios. Vamos que los de VOX son muy poco fachas y no sirven, no están a la altura de las expectativas progremonguers y encima son los que se llevan las pedradas. Las falanges progremonguers necesitan que alguien les saque a pasear a un puñado de tarados mentales fácilmente manipulables.
Había que hacer algo tras la metedura de pata –hasta la ingle– de Marlaska otorgando credibilidad, en contra del criterio de la Policía, a que a plena luz del día y sin imagen alguna de las abundantes cámaras de la zona, 8 encapuchados se tomaran su tiempo para escribir “maricón” en el trasero de un hombre. Y hete aquí que cuando más falta les hacía, salieron a desfilar los nazis, al rescate de toda esta tropa.
Y hete aquí que aunque todos los partidos condenan esta manifestación-performance de ganado porcino, para los comisarios progremonguers la culpa seguirá siendo de VOX y de Ayuso.
A los del colectivo y al resto de feligreses de la Iglesia del Pensamiento Único les vale esta coreografía de esvásticas y brazos alzados para tener algo a lo que aferrarse por unos días, como les valió cuando vieron aquellos cuchillos y esos cartuchos franqueados a ministros. Las espectaculares sobreactuaciones en plena campaña madrileña a cuenta del montaje de terrorismo postal quedarán para el recuerdo. Aquella imagen de Yolanda Díaz cubriéndose la cara y a punto de pedir las sales, cuando se enteró de que a Reyes Maroto le habían mandado a su ministerio una navaja ensangrentada por correo, es un clásico ya de cómo hacerse la víctima.
Nadie en su sano juicio sale a la calle a cazar homosexuales al igual que nadie en sus cabales puede defender que todos los gays deben suscribir al pie de la letra todas las majaderías ideológicas que los oráculos del colectivo alfabético excretan.