Preguntar a los talibanes por el respeto hacia la libertad de expresión que van a mostrar, es como interpelar a un psicópata sobre cómo piensa ser más empático. Una forma más de perder el tiempo.
Hace pocos días varios altos cargos de los terroristas talibanes dieron una conferencia de prensa en el palacio presidencial en Kabul, la primera desde que tomaron la capital –dándose un paseo– mientras que Ashraf Ghani, el ya ex presidente, se daba el bote con un ídem de 170 millones de dólares, o eso cuentan.
En respuesta a una pregunta sobre el estado de la libertad de expresión bajo el nuevo gobierno del país (muchos periodistas tienen ese punto entre cándido y cachondo), el portavoz talibán Zabihullah Mujahid se salió por la tangente diciendo que la pregunta debería plantearse a los responsables de Facebook y no a ellos.
“Esta pregunta debe hacérsela a ellos (Facebook)” le espetó al plumilla. Que un periodista le pregunte a un celoso seguidor de las enseñanzas de un ladrón de caravanas de la Arabia del siglo VII por la libertad de expresión, tiene tanto sentido como que le pregunte a un tiburón blanco si está pensando en hacerse vegetariano; cosas de periodistas. Pero aunque el portavoz terrorista –que cuenta con más de 300 mil seguidores en Twitter– recurrió al manido truco del “y tú más” en lugar de responder a la pregunta, no le faltó razón en lo que a Facebook se refiere.
La ciber-tiranía de Facebook puede rivalizar con el talibán más pinturero en su falta de respeto por la libertad de expresión. Ni a los talibanes ni a Facebook les gusta, ni un poquito, la libertad de expresión, y tan solo difieren en los castigos que aplican para reprimir a los que dicen lo que, según cada cual, no deben.
Por supuesto que para un talibán, como para cualquier otro gobernante musulmán, el concepto de libertad de expresión es un término extraterrestre; parece mentira que tras 1400 años de islam aún alguien albergue dudas. En prácticamente todo el planeta islam la conversión de un musulmán a otro credo (o que se haga ateo) es un delito. Los países que aplican la Sharia a rajatabla matan a los apóstatas, otros aplican estas leyes “divinas” de forma más laxa y solo les encarcelan y/o multan. Expresarte como homosexual, transexual o querer, o vestir como te dé la gana siendo mujer, se “recompensa” con premios que van desde multas y cárcel hasta decapitación pasando por latigazos y lapidaciones. Son sus costumbres, es la ley de Allah. Cada vez que se realizan encuestas al respecto, la mayoría de los musulmanes puestos a elegir entre la ley de Allah y los usos y costumbres occidentales optan por la primera.
Los países musulmanes que con menor celo aplican la Sharia (todos la aplican en una medida u otro) son los regímenes autoritarios como los de Sadam Hussein, Násser, Mohamed VI, Gadafi, Shavkat Mirziyoyev o Bashar al-Ássad. En los países donde el islam es mayoritario las opciones no son democracia o dictadura, la democracia es un concepto ajeno al islam, las alternativas son o islam en vena o un autócrata más o menos tiránico y con mayor o menor habilidad para disfrazar de democracia su régimen a ojos de Occidente. En este sentido reconozco que Mohamed VI lo borda.
Algunos ejemplos cercanos de esta aversión islámica a la libertad de expresión los tenemos en el “moderado” Marruecos. En Marruecos es delito predicar otra religión a un musulmán. En el reino del multibillonario hortera Mohamed VI no se reconoce a ningún marroquí el derecho a cambiarse de religión; los cristianos marroquíes asisten en secreto a misas clandestinas. En Marruecos tampoco está permitido elegir nombres no musulmanes (excepto bereberes desde hace 2 meses) para los recién nacidos.
Si en la democracia alauita se pasan por la piedra la libertad de expresión, ¿qué cojones espera un periodista de unos talibanes afganos mucho más sintonizados con Mahoma? Es como preguntar a Jesulín de Ubrique si está a favor de prohibir las corridas de toros.
Pero debemos reconocer que Muhajid estuvo rápido y astuto en su respuesta. Vino a decir algo así como “a mí que me registren, mira lo que hace Facebook”. El portavoz de los Talibanes 2.0 está bien fogueado en las redes sociales y al cabo de la calle de los pecados de las ciberdictaduras y, desgraciadamente, su razonamiento, aunque busque desviar la atención echando balones fuera, es demoledor. Alguien como ese periodista, que viene de una civilización capaz de parir y nutrir a una criatura abyectamente liberticida, una máquina de triturar ideas, como Facebook (o Twitter, Google, Amazon, etc.), debería pasarse por Menlo Park a hacer la misma pregunta a Mark Zuckerberg antes de hacer preguntas absurdas a un terrorista islámico que encima está curtido en las lides de escurrir el bulto.
Cuando Facebook censura contenidos falsamente tildados como islamófobos (ver este artículo al respecto de eso de la islamofobia) está aplicando la Ley Islámica o Sharia, aunque en Facebook lo llamen “términos y condiciones”. Es Sharia disfrazada con el discurso de proteger a la minorías (1.700 millones de musulmanes es una “minoría” verdaderamente curiosa). Como la censura de Facebook también les ha alcanzado a los talibanes (cosa que no ocurre en Twitterstán), es normal que estos acusen a sus “colegas” liberticidas del frente digital de ser unos censores, por eso Mujahid adopta esa actitud de “sujétame el cubata Ahmed que va a ver ese periodista lo que le respondo”.
En el vídeo de más abajo queda reflejado el respeto que la mayoría del pueblo afgano siente por la libertad de expresión. Digo la mayoría del pueblo afgano, no solo los talibanes, porque el vídeo es de marzo de 2015 y tiene lugar en Kabul en hora punta. Una profesora de islam reprende a un mullah por vender talismanes a la puerta de una mezquita, el mullah entonces dice que ella ha quemado un corán y acuden cientos de hombres y niños que pasaban por allí ¿Y a quién creen en las calles de Kabul, a la devota musulmana o al mullah comerciante de amuletos? Esa mujer pensó que tenía derecho a expresarse para reprender al mullah por un hecho que efectivamente es haram (pecado) en el islam: vender amuletos. En lo que la pobre mujer no cayó es en que es aún más haram que una mujer le hable aun hombre desconocido sin permiso y encima lo haga para reprenderle. Tampoco cayó Farkhunda en que de acuerdo con toda la jurisprudencia islámica que bebe del corán y de los hadizes, el testimonio de una mujer vale la mitad que el de un hombre.
Los países musulmanes que con menor celo aplican la Sharia (todos la aplican en una medida u otro) son los regímenes autoritarios como los de Sadam Hussein, Násser, Mohamed VI, Gadafi, Shavkat Mirziyoyev o Bashar al-Ássad. En los países donde el islam es mayoritario las opciones no son democracia o dictadura porque la democracia es un concepto ajeno al islam, las alternativas son o islam en vena o un autócrata más o menos tiránico y con mayor o menor habilidad para disfrazar de democracia su régimen a ojos de Occidente. En este sentido Mohamed VI reconozco que lo borda.
Farkhunda acaba siendo pateada, apedreada, arrastrada, atropellada por un todo terreno más de 100 metros y finalmente quemada junto al río. Decenas de hombres sonrientes con sus teléfonos grabando el espectáculo, los niños rivalizando a ver quien lleva la piedra más grande. Los policías hacen mutis, la gente está extasiada, y es 2015, y es en Kabul –supuestamente controlado por los EE.UU. entonces– y no una aldea perdida en las montañas del Hindú Kush.
Lo que hacen los talibanes está muy feo pero el problema es que su forma de llevar las cosas entusiasma a la mayoría de los afganos, a quienes la libertad de expresión les preocupa mucho menos que poco. La vergüenza para Occidente es que ofrecemos a los talibanes, y a cualquier dictador de todo pelaje, ejemplos de empresas descomunales y con más poder que casi cualquier estado, que son la vanguardia a la hora de triturar la libertad de expresión en todo el planeta. Mientras tengamos a Facebook y al puñado de ciberdictaduras del Pensamiento Único como abanderados del aplastamiento de la libertad de expresión, cualquier tirano podrá echar balones fuera cuando algún cándido periodista se interese por las libertades individuales en las tiranías de masas. Siempre podrán decir algo como “si Facebook lo hace en todo el mundo porque no nosotros en Afganistán”
Caso Farkhunda o por qué los afganos adoran a los talibanes
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