Según la jorobada dialéctica del también jorobado –más mental que físicamente — Pablo Iglesias Turrión, la izquierda que él pastorea es dueña de determinados barrios a los que nadie puede hacer llegar un mensaje político que no sea el suyo o como poco uno afín.
En la primera entrega de la trilogía de El Padrino el capo mafioso del barrio donde vive el joven Vito Corleone — Hell´s Kitchen –, un horterísimo personaje con traje y sombrero blancos y bastón llamado Don Fanucci, al enterarse de que Vito y su pequeña banda andan robando por el vecindario, se dirige a él en estos términos:
“Joven, he oído que tú y tus amigos estáis robando cosas. Pero ni siquiera enviáis un vestido a mi casa. ¡No tenéis respeto! Sabes que tengo tres hijas. Este es mi barrio. Tú y tus amigos deberíais mostrar un poco de respeto. Deberíais dejarme mojar un poco el pico … Diles a tus amigos que no quiero mucho. Solo lo suficiente para mojarme el pico”.

En la lógica de la mafia, de las bandas criminales en general, el concepto de los barrios como sus territorios es algo que tienen grabado a fuego todos sus miembros. En sus feudos ellos son la ley y hay que mostrarles respeto, pagarles impuestos, obedecerles y estar callados. A cambio de todo esto, en “sus barrios”, la mafia procura “protección” y, si muestras “cualidades”, puedes aspirar a convertirte en uno de ellos.
La policía o las bandas rivales deben mantenerse al margen de los negocios que gestiona el clan y de la la justicia que la famiglia imparte en “su barrio”. Si la policía, un grupo de vecinos o alguien de fuera desafían esa espesa paz mafiosa, la famiglia “no tendrá mas remedio” que enviar a sus soldados a saldar cuentas y a aterrorizar para que les quede a todos claro quién es el que manda.
En Madrid el pasado 7 de abril, un partido constitucionalista caracterizado por desafiar lo que acertadamente denominan “el consenso progre”, acude a celebrar un acto de precampaña con la autorización preceptiva de la Delegación del Gobierno. El acto tuvo lugar en la Plaza de la Constitución del barrio de Vallecas — la Plaza Roja de Vallekas para la mística de la mafia comunista –. Desde que el mitin fuera anunciado los capo-comisarios de las distintas famiglias comunistas que regentan “su barrio” hicieron un llamamiento a sabotear el mismo.
Porque la mafia ve a los vecinos no como a ciudadanos sino como a súbditos a los que pueden conminar a llevar a cabo acciones. Los soldados a reventar el acto y las mujeres y las niñas a fregar y desinfectar el sagrado suelo mancillado.

Porque la épica y la religiosidad marxista son parte del discurso tóxico de estas familias mafiosas. Vallecas ha sido — según ellos — profanada porque un virus llamado VOX hoyó lo que ellos perciben como una tierra sagrada que les pertenece –la tierra y sus aldeanos –. A nadie debería importarle que un partido político español lleve a cabo un acto en cualquier lugar de España. No hace falta montar un acto de reparación tan patético como mandar a unas señoras y niñas a fregar la plaza para reconsagrar y exorcizar la tierra deshonrada por los fascistas (lo que equivale a todos los demás) , pero estos prendas mafiosos emplean estos rituales para estrechar el vínculo con sus siervos consagrándoles para la causa; para su causa.
Vallecas, con C, no es una tribu al frente de la cual el macho alfa Iglesias deba impartir consignas de obligado cumplimiento y para la que el chamán Echenique convoque a realizar liturgias para espantar demonios. Vallecas es un barrio de todos, como deben ser todos los barrios sanos. Vallecas, y cualquier lugar de España, es un lugar compuesto por individuos y familias que son libres de pensar por su cuenta y de llevar la vida que quieran llevar sin que un clan mafioso les tenga que convertir en sus siervos tribales.

La democracia no se construye secuestrando barrios sino respetando el derecho de todos a manifestar sus ideas en libertad. Algo tan de cajón no cabe en las mentes enfermas de los dirigentes de un partido que tiene alma y corazón comunista, ergo liberticida. Vallecas, con C, no es patrimonio de un partido que tiene a un tipo como Enrique Santiago (secretario general del PCE) liderando la Agenda 2030 y que se jactaba en público de querer asesinar a toda la familia real. Vallecas no es el feudo del hijo del miembro de la banda armada terrorista FRAP –Pablo Iglesias — Vallecas no es de un partido, los barrios no tienen ideología, la ideología es cosa de las personas.
La humillación para Vallecas no es que vaya Santiago Abascal, o quien sea, a dar un mitin, sino que alguien crea que no debería ir a darlo porque no tiene derecho.
La humillación para Vallecas o para cualquier localidad es que alguien crea que Vallecas es un patrimonio de la izquierda o de la derecha o de lo que sea. Es una humillación para sus vecinos, para todos que alguien se apropie de su barrio secuestrando a todos, imponiendo la ley del silencio, instigando a atacar y a lanzar piedras a los que se niegan a obedecer los designios del capo di tutti capi de todas las familias marxistas mafiosas, perdón por la reiteración.

