Amazon le aplica la Ley del Embudo a Parler. Jeff Bezos, dueño de Amazon y de la máquina de mentir llamada The Washington Post, destruye a un cliente (Parler) tras acusarles de hacer lo que ellos hacen
La Ley del embudo consiste en tener manga ancha y amplias tragaderas cuando se trata de juzgar a los que son de tu cuerda y volverte un tiquis miquis exquisito cuando tienes que juzgar a quien en realidad te quieres crujir porque le detestas.
La filial dedicada al alojamiento en servidores de la ciber-dictadura conocida como Amazon, Amazon Web Services o AWS, mandó a la ruina a un cliente al corriente de pagos y sin posibilidad alguna de recurrir aduciendo la
incapacidad (de Parler) para «identificar y eliminar de forma eficaz el contenido que fomenta o incita a la violencia contra otros».
Eso lo dice una empresa que en cuya tienda virtual se venden camisetas de Antifa, que todo el mundo sabe que son una filial de los Misioneros Combonianos, o de Black Lives Matter que es una franquicia de Cáritas Parroquial
Eso lo dice una empresa que vende camisetas donde aparece Trump volándose la tapa de los sesos:

Eso lo dice una empresa que vende tazas en las que aparece la pregunta «¿Dónde está Lee Harvey Oswald cuando se le necesita?»

Eso lo dice una empresa que vende camisetas infantiles de Antifa

Eso lo dice una empresa que vende camisetas LGBTI para niñas de 6 años

Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, el dueño de uno de los dos periódicos que tuvo más prestigio en EEUU, The Washington Post, y que hoy es un imprescindible, junto con The New York Times, junto al retrete de cualquier persona que tenga un cierto apego por la libertad, está muy preocupado porque Parler tiene unos trolls incontrolados. La Ley del embudo consiste en tener manga ancha y tragaderas cuando se trata de juzgar a los que son de tu cuerda y volverte un tiquis miquis exquisito cuando quieres crujirte a quien te molesta.
En Amazon también venden embudos.

A nosotros en Freenoticias nos parece bien que Amazon venda lo que les parezca, no somos censores de lo ajeno, incluso las alegres camisetas infantiles de grupos terroristas como Antifa, que no nos gustan un pelo, que las vendan a los padres psicópatas.