Lo intentaron en 2016 con una ministra de Asuntos Exteriores sádica y antipática, Hillary Clinton, a la que Obama le debía un favor desde 2008, y Trump ganó. Ahora lo intentan con un candidato que muestra claros signos de demencia senil y declive cognitivo, Joe Biden, quien además es famoso por atraerse hacia sí, y olisquear el pelo, a las niñas en público; y lo mismo vuelve a ganar Trump.
Lo más endogámico, la aristocracia más rancia del Partido Republicano y todo el Partido Demócrata, podrido hasta el tuétano, detestan a Trump por cimarrón.
En 2016 corrieron las lágrimas en los cuarteles generales de los principales medios de comunicación, desde la CNN hasta el Washington Post (Amazon) y desde la ABC (Disney) hasta el New York Times. El asombro en las grandes tecnológicas era evidente hasta el punto de que uno de los fundadores de Google, Sergey Brin calificó la elección de Trump como algo ofensivo poco antes de que la directora financiera de Alphabet (matriz de Google) pidiera a los más de mil asistentes que se abrazaran con el de al lado para “consolarse” ante tamaña tragedia.
Esta vez no se van a parar en barras, esta vez van con todo y con todos; e incluso hasta da la impresión de que si para derrotar al “señor naranja” hace falta incendiar el país y ahogar la economía con motines, revueltas y crímenes, lo harán. Por algún motivo Donald Trump parece ser algo así como un error en la hoja de ruta globalista, un outsider con gran capacidad de comunicación que se les ha colado y que si llega a un segundo mandato lo mismo hasta acaba torciéndoles el brazo.
Trump les ha tomado la medida y ha desatado una furia descontrolada de los mandamases del sistema. Trump sabe bien que o les atiza duro o no podrá vencerles. La furia de los que se creen legitimados para controlar el devenir de la humanidad está desatada, ya ni siquiera se molestan en disimular su ansiedad por apartar del camino el escollo que Donald Trump representa, queda poco más de dos meses para las elecciones y deben apretar el acelerador del caos. La Open Society de George Soros ha anunciado recientemente (julio) en su web que van a donar 220 millones de dólares a Black Lives Matter. Van a regar de dinero a una organización que abandera las protestas, disculpa los saqueos y los incendios de negocios y pide abiertamente que se deje de financiar a la policía. Desde Portland en Oregón hasta Brooklyn en Nueva York, pasando por Minneapolis, Austin, Kansas City o Georgia organizaciones bien coordinadas han hecho estallar la paz social de forma “espontánea” incendiando y saqueando negocios, forzando a los transeuntes, o a los que tranquilamente tomaban algo en una terraza, a levantar el puño y a gritar sus consignas bajo amenazas. Antifa es una de las organizaciones más activas en este empeño. Antifa es una organización catalogada por el Departamento de Seguridad Nacional como una organización terrorista doméstica a la que George soros también, cómo no, ha financiado a través de donaciones a la “Allience for Global Justice” quienes a su vez han donado a “Refuse Fascism” que es un satélite de la ensalada de marxistas y antisistemas que componen Antifa.
Pero el cretino decrépito de Soros no está solo a la hora de dar oxígeno a todo lo que sea causar desestabilización o apoyar los discursos de odio (como hace en España financiando a Newtral de Ana Pastor a través de Factcheck eu, además de innumerables ONGs dedicadas a importar inmigrantes). En el propio Partido Demócrata la hoy candidata a la vicepresidencia, Kamila Harris pedía en Twitter donaciones para pagar las fianzas de los detenidos en las revueltas de Minneapolis (saqueadores, incendiarios, etc.)

Por supuesto la brigada de multimillonarios de Holliwood tampoco se quedan detrás y actires como Justin Timberlake, Steve Carrell o Seth Roguen han donado para sacar de la cárcel a los violentos que por supuesto no quieren cerca de sus mansiones.
Trump cuenta solo con el apoyo de una cadena nacional de televisión, Fox, con la “talk radio” (radio de debate), con las asociaciones de policías y con el apoyo de una parte del partido republicano, todo lo demás es abiertamente hostil incluso dentro de su propio partido.
La pesadilla trumpiana para las élites comenzó allá por 2015 cuando un tipo llamado Donald se impuso contra todo pronóstico a dos grandes santones del Partido Republicano; machacó a Jeb Bush, hermano de George W. Bush, y a John Kasich. Los Bush no se lo perdonaron y ahora piden el voto para Joe Biden, mientras que John Kasich incluso participó en la Convención (virtual) Demócrata la semana pasada. La saga Bush pertenece a esa arrogante aristocracia estadounidense, en su versión Costa Este, que se cree designada a dirigir los destinos de los EEUU. El abuelo de George W Bush, su padre, y varios tíos, todos han estudiado en Yale y todos han pertenecido a la sociedad “discreta” Skull and Bones. En 2004 tanto el candidato republicano (George W.Bush) como el demócrata (John Kerry) pertenecían a esta misma ultraexclusiva hermandad dentro de una universidad de élite. Todo quedaba en casa en los viejos tiempos.
La dinastía pijo-esotérica de Connecticut de los Bush, petroleros con conexiones con la familia Bin Laden desde hace 40 años, detesta a Trump. John Kasich, un tipo que lleva en política desde 1979 y que cuando compitió contra Trump contó con el dudoso honor de ser el candidato favorito del New York Times, es a día de hoy comentarista de la CNN; otro que nunca perdonará que Donald Trump diera la puntilla a sus 41 estériles años en política.
Un imbécil hasta el mediodía y tonto hasta que se acuesta como George W. Bush considera a Trump un macarrilla con ahorros venido a más; y por supuesto apoya a uno de su especie como Joe Biden por más inútiles que hayan sido sus 50 años de carrera política. Para el cretino George que decía buscar armas de destrucción masiva en Irak o que seis días después del 11 S en una mezquita en Washington se descolgaba con la descarada mentira de que el “Islam es paz”, no era tolerable que Trump apisonara a su hermanito Jeb (al que apodaba “low energy Jeb”) e impidiera la continuidad de la saga de New Haven.
Los demás aspirantes en la carrera republicana de 2016, como los candidatos de origen hispano Marco Rubio y Ted Cruz, o el candidato afroamericano Ben Carson, apoyan a Trump en su aspiración a un segundo mandato a la presidencia. Pero lo más endogámico, la aristocracia más rancia del Partido Republicano y todo el Partido Demócrata, podrido hasta el tuétano, detestan a Trump, al que consideran un advenedizo.
A falta de algo más de dos meses para las elecciones y según se acercan los debates presidenciales la maquinaria anti Trump está echando los restos. Una prueba de ello es que en los últimos días las dos mayores brujas del Partido Demócrata han puesto el turbo en las escobas y van por ahí diciendo que Biden no debe admitir la derrota ni tampoco conceder a Trump el que haya debate alguno.
Hillary Clinton en televisión le aconseja a Joe Biden:
“Pase lo que pase, no admitas la derrota la noche de las elecciones del 3 de noviembre”. (Hillary Clinton a Joe Biden)
Nancy Pelosi, Presidenta del Congreso de los EEUU:
“No creo que deba haber ningún debate. No creo que el presidente de los Estados Unidos se haya comportado de una manera que cualquiera debería tener alguna asociación con la verdad, la evidencia, los datos y los hechos” (Nancy Pelosi, Presidenta Congreso EEUU)
Todos los abanderados de la cultura de la cancelación, los paladines de la división racial, los defensores de exacerbar e inventar agravios, los campeones de enfrentar a las personas por su raza u orientación sexual, los profetas de la ofensa, todos contra Donald Trump.
Los que han convertido durante décadas las universidades de EEUU, antes centros de excelencia educativa, en gulags de adoctrinamiento donde la libertad de expresión es perseguida, los que llevan machacando a la sociedad con que solo hay un discurso válido fuera del cual todo es fascismo, todos ellos quieren quitarse de en medio al tipo que ha osado desafiarles llamándoles antidemócratas y criaturas del pantano.
El acierto de Trump a la hora de enfrentarse a esta basura es que lo ha hecho de la única forma que se puede: desde el humor, la ironía y grandes dosis de chulería. Aunque entiende mejor que muchos creen las derivadas de lo que se está dirimiendo alrededor de su reeleccion, Trump no puede permitirse ser un filósofo a la hora de poner sus ideas sobre la mesa. Por eso se vale de crear imágenes y construir historias visuales: el pantano de Washington y sus criaturas inútiles, sleepy Joe, Make America Great Again, y sobre todo Trump se ha revelado un maestro a la hora de colocar adjetivos a sus oponentes que resuenan en las mentes de los electores porque suelen ser calificativos que definen bien la imagen de sus oponentes (Nasty Woman Hillary, Low Energy Jeb, Sleepy Joe Biden). Si te enfrentas a cabronazos con muy mala leche es recomendable que tú seas bastante cabronazo también.
La patada en la boca que se llevaron hace casi 4 años cuando contemplaron que el asilvestrado Donald les había robado lo que (ellos piensan que) es suyo aún les duele.
Trump tenía la economía de EEUU hasta febrero de este año con cifras récord de empleo, en especial entre la población negra, las familias con más dinero en el bolsillo que nunca, rebajó los impuestos y aumento la renta de las clases medias. Lo intentaron con la trama rusa, con la trama ucraniana (al final era Joe Biden y su hijo Hunter quienes estaban realmente pringados), lo intentaron con el impeachment, Nancy Pelosi rompió en pedazos el discurso sobre el Estado de la Unión delante de Trump y antes de que este tuviera siquiera tiempo para empezarlo. Ahora tienen al COVID chino, que seguramente no sea parte de de ningún plan pero que a la candidatura de un Biden, que no es capaz de improvisar y que sufre lapsus continuos, le está viniendo muy bien.
Para no dejar ningún botón sin pulsar tienen a grupos racistas como Black Lives Matter (solo su denominación exuda racismo y quien no lo vea tiene un serio problema de discernimiento) incendiando las calles con la ayuda del popurrí de marxistas, anarquistas y antisistemas congregado bajo Antifa y con la aquiescencia por omisión cuando no expresa de gobernadores y alcaldes. CNN, CBS, MSNBC, Huffington Post, Washington Post, New York times, Bush Family Ltd., Google, Disney, Twitter, Amazon, Facebook, Microsoft todos a una.
Hasta la NBA, la NFL o la NHL, las tres ligas profesionales de baloncesto, fútbol americano y hockey arrodilladas ante el correctismo político y la unanimidad obligatoria de corte soviético parando sus competiciones o poniéndose de rodillas luciendo camisetas del grupo racista y supremacista Black Lives Matter
Todos empujando para derribar a un Presidente que se opuso públicamente a la absurda guerra de Iraq (por cierto el enemigo real estaba y está más al sur), que no ha iniciado ninguna guerra, que ha reactivado el sector industrial, que ha plantado cara a China, que ha trasladado la embajada en Israel a Jerusalén y que logrado que se abran relaciones diplomáticas entre este país y los Emiratos Árabes Unidos.
Termino este artículo citando parte del magnífico discurso que Daniel Cameron, fiscal General de Kentucky dio este 25 de agosto durante la Convención Republicana:

“Pienso a menudo en mis antepasados que lucharon por la libertad. Y cuando pienso en esos gigantes y sus anchos hombros, también pienso en Joe Biden, quien dice, si no votas por mí, “no eres negro”. ¿Quién argumentó que los republicanos nos volverían a encadenar? (Joe Biden lo dijo) Quién dice que no hay “diversidad” de pensamiento en la comunidad negra. (tambiénlo dijo Joe Biden)”
“Sr. Vicepresidente (dirigiéndose a Joe Biden), míreme, soy negro. No somos todos iguales, señor. No estoy encadenado. Mi mente es mía. Y no puedes decirme cómo votar por el color de mi piel”
“(Biden) está cautivo de la izquierda radical, un movimiento comprometido con la cancelación de la cultura y la destrucción del discurso público. Creen que el color de su piel debe dictar su política. Y si no se conforma mientras ejerce el derecho que Dios le dio a hablar y pensar libremente, lo derribarán”
Es exactamente como dice este joven fiscal: no pueden decirte por quien votar por tu color de piel, y añado que tampoco por tu sexo o por tu orientación afectiva, pero están ello.
Se acercan las fechas de los tres debates, Trump está acortando las distancias en las encuestas, y el Partido Demócrata está en estado de pánico ante la idea de dejar a Biden sin teleprompter de pie en una sala con Trump suelto….¡y en tres ocasiones! Trump incluso ha sugerido que tanto él como Joe se sometan a un examen de drogas antes de los debates…así está la cosa. Ya anticipamos el 7 de agosto que la izquierda en Estados Unidos está aterrada ante la posibilidad de que haya debate presencial, y a la vista de que haya debate no es descartable encontrarnos con un Biden dopado hasta las orejas:
Hasta la NBA, la NFL o la NHL, las tres ligas profesionales de baloncesto, fútbol americano y hockey arrodilladas ante el correctismo político y la unanimidad obligatoria de corte soviético parando sus competiciones o poniéndose de rodillas luciendo camisetas del grupo racista y supremacista Black Lives Matter
Las tecnológicas afinan los algoritmos para dar menor cobertura a los que apoyan la causa trumpiana, suspenden cuentas y obligan a eliminar publicaciones, los racistas de BLM planifican su próximo motín, los actores progres se aprestan para emitir comunicados apoyando al viejo verde, … y los norteamericanos, sobre todo esos que no dan ni la hora a las empresas demoscópicas, esperan su momento; el momento de volver a soltarles una patada en la boca a todos los que se ciscan en su sagrado derecho a pensar y decir lo que les de la gana, y esa patada la darán reeligiendo a Donald John Trump.
¿Habrá debate?