La libertad de expresión es poder. Es un gran poder para quienes tienen menos poder. Aquellos que quieren limitar la libertad de expresión con cualquier excusa, por bondadosa o bienintencionada que aparentemente sea, lo que buscan es acumular más poder a costa de los más débiles. Cuando pueden decirte lo que puedes o no decir, lo que realmente te están diciendo es lo que puedes creer o pensar. No solo están controlando tu boca, están controlando tu mente, y no hay un control más profundo que ese.
Hay determinadas preguntas que deberíamos hacernos todos porque según cuáles sean las respuestas que como sociedad aceptemos como válidas iremos hacia un mundo más dictatorial o aún habrá esperanza:
¿Puede la verdad ser tan ofensiva para alguien que se considere un delito de odio?
¿Puede una opinión ser un delito de odio?
Yo opino que la respuesta a ambas preguntas es no. Creo que el delito de odio es un invento liberticida y tiránico diseñado para cercenar la capacidad de debate de los individuos y la libertad de expresión. Creo que lo que debe estar penado son las amenazas directas pero jamás las opiniones.
La legislación española recoge el delito de odio en el artículo 510 del código penal. Este artículo tiene 2 puntos pero destriparé el primero de ellos en su apartado a), que reza así:
– Serán castigados con una pena de prisión de uno a cuatro años y multa de seis a doce meses:
- Quienes públicamente fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo, una parte del mismo o contra una persona determinada por razón de su pertenencia a aquel, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, enfermedad o discapacidad.
La ley es una oda al subjetivismo, es una ley que permite que la interpretación que un juez haga de la misma pueda costarle a cualquiera ir a la cárcel hasta 4 años. Un asesinato, un delito de lesiones, un hurto, una violación o un secuestro son delitos objetivos en los que se condenan hechos cometidos por un individuo, pero incitar indirectamente a que un señor de Socuéllamos o una señora de Langreo, desconocidos para el presunto infractor, odien o se vuelvan violentos es algo realmente evanescente y sujeto a la arbitrariedad de un tribunal. Y eso es malo.
El texto tiene un par de palabras clave a mi entender, la primera de ellas es “indirectamente”. ¿Cómo se fomenta indirectamente algo tan subjetivo como el odio en una tercera persona? ¿Quién determina qué significa promover indirectamente en este contexto? ¿Se puede formentar la hostilidad de rebote? ¿Cómo se mide el incremento de hostilidad en un sujeto o en un grupo causado por un acto que supuestamente lo fomenta, promueve o incita?
La otra palabra clave es “inciten”. Incitar según el diccionario de la RAE es “inducir con fuerza a alguien a una acción” e inducir es “mover a alguien a algo o darle motivo para ello”. Por tanto esta ley dice que si mueves a alguien con fuerza o le das motivo para odiar, ser hostil o volverse violento estás incurriendo en un delito de odio. ¿Cómo se determina qué enunciados u opiniones mueven con fuerza o dan motivo para odiar, ser hostil o volverse violento? ¿Cómo se mide el efecto en terceras personas? ¿Hasta qué punto es alguien responsable de los comportamientos ajenos? La respuesta a esas tres preguntas es “el criterio subjetivo de alguien” y esa respuesta es todo menos una garantía jurídica democrática.
Me parecería muy bien que se castigara como delito a quien dijera “id a matar o a dar una paliza a tal persona o a tal grupo” porque eso no es una opinión sino exhortar a cometer un delito flagrante, es una amenaza, pero cuando se penaliza que una determinada expresión pueda tal vez, e incluso de manera indirecta, provocar sentimientos en terceras personas desconocidas se me ponen las orejas de punta y veo claramente que estoy ante una ley liberticida.
Porque la ley hay que cumplirla y también criticarla cuando procede. Esta es una ley muy mala, pésima y hasta dictatorial, y las leyes malas merecen ser criticadas con dureza como lo merecieron otras nefastas leyes como las leyes esclavistas o lo merecen a día de hoy leyes que permiten la lapidación de adúlteras o colgar homosexuales de grúas.
Mis amigos más puestos en derecho que un servidor me dicen que es una ley que no persigue la libertad de expresión sino que pone coto a la misma y que es para penalizar conductas muy evidentes de incitación a la violencia. En cuanto a lo de poner coto a la libertad de expresión me remito al primer párrafo de este artículo. Tener libertad de expresión es como estar embarazada o se está embarazo o no se está, no puedes estar medio embarazada ni puedes tener libertad de expresión a medias. Porque si abres la vía de ponerle coto a la libertad de expresión nunca van a faltar cretinos que vayan poquito a poco limándola hasta que llegue el puto día en el que alguien diga que hablar del tiempo puede incitar a un señor de Saskatchewan a sentirse discriminado, eso sí, indirectamente.
La libertad de expresión acotada es como un coche sin motor. Se acota la libertad de acción porque no se es libre de matar, defecar en público o aparcar en doble fila ya que todos tenemos derecho a preservar nuestras vidas, a no pisar mierdas y a poder circular, pero no se acota la libertad de expresión porque las ideas no matan ni se pisan ni impiden que otras ideas circulen. El derecho a la ofensa de alguien o de muchos es legítimo pero no puede determinar bajo ningún concepto qué cosas pueden o no decir otros. En otras palabras tienes derecho a sentirte ofendido, faltaría más, pero no tienes derecho a blandir tus sentimientos para evitar o impedir que alguien exprese ideas que pudieran incomodarte.
Tener libertad de expresión es como estar embarazada o se está embarazada o no se está, no puedes estar medio embarazada ni puedes tener libertad de expresión a medias. Porque si abres la vía de ponerle coto a la libertad de expresión nunca van a faltar cretinos que vayan poquito a poco limándola
En cuanto al argumento de que esta horrible ley está hecha para penalizar las conductas más evidentes de incitación al odio, la hostilidad o la violencia, mi respuesta es que prefiero que los jueces tengan que interpretar lo mínimo, lo menos posible, y que los delitos sean cosas objetivas con poco margen para la adivinación. No quiero jueces trabajando cual exégetas del pensamiento políticamente correcto decidiendo sobre la libertad de los ciudadanos. Si dejamos al albur de un señor o una señora determinar si una expresión, un artículo o un tuit pueden indirectamente causar potencialmente sentimientos nocivos estamos vendidos todos. Porque estamos hablando de penalizar algo tan tenue, tan inasible como el que una idea pueda potencialmente (quizá, tal vez, vaya usted a saber), e incluso de forma indirecta, fomentar o incitar al odio.
Odiar no es un delito pero resulta que decir algo que es posible que indirectamente cree un sentimiento de odio, imposible de medir, en alguien desconocido sí lo es. ¿Causar un sentimiento de manera indirecta es un delito? ¿Suena a dictatorial, arbitrario, despótico e inconsistente? Suena y lo es.
Porque esta ley penaliza cosas tan vaporosas como que una frase pueda causar indirectamente sentimientos en terceras personas y eso es algo absolutamente demencial.
Pero lo que más me preocupa de esta legislación, que está acordada a nivel internacional y que tiene grandes defensores entre dictaduras como las que componen la Organización para la Cooperación Islámica, es el hecho de que la ley no incluye en ningún momento palabras como verdad o cierto. Qué algo que se diga sea verídico y demostrable no parece ser tomado en cuenta. Atufa a dictadura de los sentimientos y los que me leéis ya sabéis de qué hablo.
¿Qué ocurre si una verdad científica o un dato corroborable resultan ser capaces, según el criterio de un juez, de incitar al odio o a la violencia?
Si yo digo que los regímenes comunistas son responsables de más de 100 millones de muertos o si digo que las legislaciones de los países musulmanes son misóginas porque beben de la Sharia, esas expresiones, avaladas por la certeza absoluta, pueden hacer que INDIRECTAMENTE alguien odie o discrimine a los comunistas o a los musulmanes o se vuelva violento hacia ellos. Y si digo que la ideología nazi me parece disparatada y homicida alguien podría acusarme de que al expresar tales ideas estoy incitando al odio hacia un grupo por su ideología, lo cual sería una mamarrachada, como también lo sería si criticara otras ideologías atroces como el comunismo o el islam.
Si insisto en decir que la tierra es un esferoide oblato y que los argumentos de los terraplanistas son ridículos lo mismo acabo incitando a un pirado al que ni conozco para que llevado por su odio hacia los terraplanistas incendie su sede y luego diga que lo hizo por leer un artículo que yo escribí y me acaben llevando a prisión porque el terraplanismo entra dentro de la categoría de creencias y la ley mete a todo lo que se menea:religión, raza, sexo, creencias, ideologías, raza, nación, sexo, y hasta algo inventado como el género. Prácticamente cualquier enunciado puede incitar indirectamente sentimientos de odio en terceros pero nadie es culpable de las taras mentales o de las psiques de los demás.
Odiar no es un delito pero resulta que decir algo que es posible que indirectamente cree un sentimiento de odio, imposible de medir, en alguien desconocido sí lo es. Quizá causar un sentimiento de manera indirecta es un delito. ¿Suena a dictatorial, arbitrario, despótico e inconsistente? Lo es.
La legislación sobre violencia de género, según la cual determinados comportamientos que en una mujer serían faltas en un hombre son delitos, podría ser perseguible como un delito de odio publicado en el mismísimo BOE. Solo hará falta que un día a un juez le dé por interpretar que esta legislación promueve, fomenta e incita directa e indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia al grupo sexual de los hombres. En lo de discriminación lo estaría clavando.
Según esta evanescente ley el discurso feminista podría ser catalogado, tiene todos los ingredientes, de delito de odio hacia los hombres, lo cual me parecería una majadería porque a las malas ideas como las del feminismo 3.0 se las combate con mejores ideas, con razonamientos, datos, y humor no con el código penal. Dejemos circular las ideas y penalicemos los delitos de verdad si la libertad nos importa…
Ahí está esa ley tiránica, tal vez no se aplique de manera estricta hoy, pero está y es una ley mala, muy mala.